Ya publiqué en el blog de noticias que "La OMS asegura que 3,2 millones de personas mueren cada año por falta de actividad física". Aunque no se publicaran datos, está claro que el no moverse "genera monstruos", como el sueño de la razón, o del mundo. Soñar con noticias no debe ser muy bueno, no. Así que hay que moverse. Se esté o no trasplantado, se padezca o no diabetes, hay que moverse. Y anda que no hay gente ahora en movimiento por esto de la Salud:
En Barcelona, el día 9 de marzo, si no he leído mal, se celebrará la ‘II Transplant Run’, con el objetivo de “sumar esfuerzos en pro del colectivo de pacientes trasplantados; divulgar la importancia de llevar una vida saludable tanto para los pacientes trasplantados como para la población general; y fomentar la práctica de ejercicio para disminuir comorbilidades a largo plazo como la diabetes mellitus, la hipertensiónarterial, las hiperlipidemias o la insuficiencia cardiaca, de mayor riesgo y probabilidad en este colectivo de pacientes”. Siempre la diabetes detrás de cada problema; pero con ejercicio, mejor. Correr, también corrieron los amigos del programa La Báscula de Canal Sur. Así, sin querer, este programa de la caja tonta nos está educando a los andaluces a ser donantes de órganos, y a cuidarnos de la obesidad de la que hablaba antes, para que no se cobre tantas vidas al año. Salud "por los cuatros costaos", como se diría en Sevilla. En Sanlúcar, la I Carrera Popular La Báscula fue todo un éxito. 1.200 donantes de órganos nuevos. Eduardo Rangel, a pesar de no haber conseguido un órgano para su madre, que falleció, nos está dando un lección de vida y solidaridad que es para quitarse el sombrero. Si no reciben este año el Premio Luis Portero es que hay una mano negra.
Y sigamos corriendo. Resulta que nos han cambiado la fecha del Día Nacional (español) del Trasplante.¿Quiénes?, ¿los políticos?, ¿los que hacen el Taco Myrga? Pues no. No señor. Las federaciones de pacientes trasplantados. Que si ahora me coincide con esto, que a mi me viene mejor aquello... Cuestión de intereses. Al menos esa es la conclusión a la que llego tras leer esto: "Cambio de fecha del Día Nacional del Trasplante". Cada uno que saque la suya. Su conclusión digo. ¿No me digáis que algunos titulares no os dicen más que lo que describen? Pues aquí otro titular blanco por fuera y amarillito por dentro, y no es huevo, no; es sólo amarillo navajero, por lo que a un atraco se asemeja: "Las personas con diabetes tipo 2 pierden peso al iniciar el tratamiento con insulina detemir (Levemir®)".
Hoy tuvimos la Reunión de Participación en nuestro Hospital Universitario de Valme. Gerencia, ciudadanos, y asociaciones hablando de cómo estamos. Y uno de los temas de los que se habló, siguiendo el acta, fue el del gasto farmacéutico. Se nos pide un pequeño esfuerzo más para aceptar genéricos. La verdad, es que los que participamos en estas reuniones somos más que conscientes del beneficio económico que esto de los genéricos supone, pero llegamos a una conclusión: los que prescriben son los facultativos. Nosotros obedecemos. "Obéeeeeedecemos" porque no tenemos ni idea de Medicina. Si supiéramos, nos recetaríamos nosotros solitos. Pero hay médicos que sí saben de lo que cura y lo que no, de efectos adversos o beneficiosos de los potingues farmacéuticos, y de economía, como mi endocrino, don Federico Relimpio. Vale la pena leer su libro y abrir los ojos. Médicos como él son capaces de hablar en plata. Pues hablemos: el coste de tratar a todos los diabéticos tipo 2 andaluces con antidibéticos orales antiguos era de un millón de euros al año. Gracias a imponerse la metformina, que aseguran que te libra de hipoglucemias (aunque hayamos visto morir en mi familia a una tía lejana, que tomando este medicamento se hipoglucemió y palmó), el gasto se eleva a nueve millones. ¿Cuántos diabéticos tipo 2 pedirán a sus médicos de Atención Primaria que les receten el nuevo Levemir, si por fuera la Luna, y dentro el ABC? Mucho me temo que serán pocos, porque la mayoría no lee prensa médica; pero bastará que un galeno se "trague" el anzuelo, con o sin promesas a asistir a congresos en hoteles de lujo (y acompañados por sus señoras), para que comience a subir la factura del gasto farmacéutico. Y estamos entrando en una guerra económica en estos meses por imponer nuevas moléculas, (un metro de gliptinas más para acá, un metro de gliptinas más para allá, como dirían los guías turísticos de Tierra Santa, de poder recetar) acompañadas o no de la metformina. Esperemos que reine la cordura. De cuerdos, de buenos compañeros, y de solidarios ha sido la petición hecha hoy por el presidente de la Asociación de Diabéticos de Morón, ADIMO, José María Pernía: les gustaría poder ofrecer a sus pacientes información sobre donación de órganos y trasplantes. Y les importa poco cuándo digan que se celebra el día nacional. Quieren donar. Quieren dar vida. ¿Qué más se le puede pedir a un martes? Nada más; pero hubo más, y bueno. Porque Valme da para mucha emoción. Ahora toca dormir, no sea que cambie mis ciclos circadianos y me caiga una diabetes tipo 2 de no te menees. Como decía hoy Carmen, de la Asociación de cuidadoras Cuidando al cuidador, "no sabemos lo que tenemos hasta que no salimos fuera". Saldremos. Beatriz González Villegas. . . Imagen: https://www.facebook.com/LaBasculaCanalSur/photos_stream
Decía don Santiago Ramón y Cajal de
las equivocaciones que "lo peor no es cometer un error, sino tratar de
justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra
ligereza o ignorancia." Y eso ha pasado esta semana en un hospital
murciano cuando, a una paciente con cáncer, que había ingresado por una
trombosis, un suma y sigue de los tratamientos a los que se ha visto
sometida, y de su fragilidad como persona, le dieron esa birria de bocadillo como cena.
Un
amigo mío (de los de verdad, de los que se conocen en persona, y con
los que he compartido aficiones reales, y no virtuales) ha comentado en
el facebook que la culpa de esto es que hay gente que trabaja sin ganas,
sin gustarle lo que hace, y que no es cosa de la crisis. Esa salida es
por la tangente, claro, porque lo fácil es echarle la culpa al currito
de turno, y no al desgraciado del patrón del catering
privado que se ha llevado los euros por la subasta del servicio de
comidas del hospital murciano donde todo pasó. Error. Como decía la sentencia ramonycajaliana, esta cena no es más que un aviso de la ligereza e ignorancia de esos fabricantes de mierda y de quienes creen que mejor privatizar, que nacionalizar, como los de cierto partido de cuyo nombre no quiero acordarme. Y ya que estamos con errores, no puedo dejar pasar una imagen que me hizo reír, y luego reflexionar:
Esto de la medicación sí que es un problema. ¿Tanto
cuesta que nos den por escrito las pautas a seguir, con las horas, y
los cómo tomar o ponernos lo que tengamos que tomar o ponernos?
Haciendo cuentas, llegamos a la conclusión que un folio fotocopiado o
impreso costaba menos de cinco céntimos. Con esos mísero cinco céntimos,
en el caso de la imagen, el seguro médico, o la Sanidad Pública, se
hubiera ahorrado una intervención quirúrgica, la ocupación de una cama
durante el pre y post operatorio, la subvención a los medicamentos que
contengan protectores estomacales, mórficos, y todo lo demás,... además
del sufrimiento del pobre paciente. No dar la pauta clara, y por escrito, al
paciente también es una equivocación mayúscula, incluso para un
ahorrador de esos que hoy dicen "optimización de recursos" cuando son
gestores, porque ahorrar no es una palabra de moda, como lo hipster. Pero en esta vida todo tiene arreglo, y la crisis agudiza el ingenio a quien lo tiene. Tanto como para revender medicamentos a otros países donde los nuestros son más baratos.
¿Que cómo? Le han puesto hasta nombre: "distribución inversa". ¿Que
estás trasplantado y no encuentras uno de tus inmunosupresores
habituales? Repite este mantra: "Ommmm, la culpa es de la distribución
inversa".
"La
llamada “distribución inversa” consiste en que las oficinas de
farmacias, en lugar de vender con receta las medicinas a los ciudadanos,
lo hacen a empresas mayoristas que luego las exportan. Esta práctica
afecta sobre todo a medicamentos caros o que ofrecen un gran margen de
beneficio, explica la Generalitat."
¡Hasta
con insulina lo andan haciendo, tal y como me explicó alguien muy bien
informado que, trabajando para una empresa farmacéutica, se ve afectado
directamente por este viene y va
de potingues! Si está claro, los diabéticos, como los trasplantados,
tenemos la suerte a ratos, porque lo de volar nos lo ponen difícil los
ricachones y los aspirantes a ricachones. Suerte es que algunos farmacéuticos,
como mi Marta Govantes de la avenida de La Paz, tengan sistemas
personalizados de dosificación a disposición para los pacientes que
puedan pagar esa "mijita" que cuesta el servicio. El farmacéutico Francisco J. Rúa Guillermo nos cuenta:
"Me imagino, a mi querida Pepa, al llegar a su casa y sacar los medicamentos de la bolsa: -…
esta es para el colesterol, la del azúcar ¿era la rosa o la blanca?,
esta otra ¿es para los dolores? ¡Ay, qué lío Dios mío!-.
Cuando se toman 3 o más medicamentos simultáneamente y si, además, se trata de personas mayores y / o con limitaciones, aparecen las confusiones, olvidos de toma o tomas dobles que, inevitablemente, conducen a problemas de salud como consecuencia de esos errores.
Así
de fácil es. Y aunque "no es simplemente rellenar los pocillos o
alvéolos, eso lo puede hacer cualquiera. La labor que hace el
farmacéutico, antes del rellenado del blíster, es amplia y pasa por
revisar toda la medicación, por si hay un posible problema relacionado
con los medicamentos (PRM) por ejemplo, interacciones o duplicidades
entre medicamentos prescritos, buscar su solución, hablar si es preciso
con el médico".
Yo
uso mi pastillero semanal en plan Juan Palomo. Así evito la duda
metódica, o el eco farmacológico (vamos, cuando repites pastillas sin
saberlo, más que las morcillas de burgos). Es una manía mía, pero que
debo mantener en secreto, porque siempre, cuando lo cuentas, te sale el
listo que asegura que a él no se le olvidaría nunca, nunca y nunca
(¿cómo era aquello de "nunca digas este cura no es mi padre, o de este
agua...?).
Recuerdo,
en una de esas reuniones protocolarias de trasplantados invitados a
eventos pomposos, cómo una trasplantada rubia, guapísima, por poco me
saca un ojo con sus defensas al oírme lo del pastillero, avanzándose
hacia mí, con ese aire que da la belleza extrema, unida al extremo de
alguien "porque yo lo valgo". Me espetó cual sardina sobre ascuas un
"¡pero cómo se te pueden olvidar las pastillas! ¿eso a mí nunca me
pasaría!", que aparte de medio tuerta me dejó helada, como se dejan los
esquimales cuando se divorcian. Ella, además de rubia, aseguraba ser
lista; pero me crié donde se medita con otro mantra, el de "dime de qué
presumes, y te diré de que careces" (om, om). Me di cuenta enseguida,
mientras me restregaba el ojo, que usaba l´oreal para disimular, porque
resultó ser la misma que plantó al novio, un bombón y buena
persona (que sí, que sí, que se puede ser todo eso, que yo le he visto),
tras haberle regalado su corazón y su riñón. ¡Caro amore!
¡Pastillero,
oh, pastillero! Para un crónico no eres un insulto, ni una acusación
delictiva con connotaciones drogadictas, no. Tampoco eres para los que
nos olvidamos nada. Eres, ¡oh, pastillero! la seguridad de las compresas
con alas, o del zapato con arco de acero... Vale, no me pongo lírica,
que de amores las morenas somos más prácticas que otra cosa. Pero, volvamos a diabéticos. Os voy a
hablar de uno, que bien podría ser nuestro patrono no mercantil, sino
del santoral. ¿Os suena San Rafael Arnáiz? Yo tampoco tenía ni idea, hasta que me leí un artículo donde se relata su vida. La suya, la de San Rafael, no es que sea una insípida beatitud, como cuenta Fernando Portillo, pero cada cual tiene su propia opinión, y hay que respetarla. Ser trapense y diabético tipo 1, cuando ni se había inventado la insulina,
y en nuestro país andaban muriendo a tiros o de hambre, me parece,
cuanto menos, interesante. No creo que fuera melindroso con las comidas,
sino más bien muy cuidadoso. Para un santo que tenemos, único y con
bigote, no le pongamos faltas. Seguro que si viviera hoy, usaría
pastillero, y un medidor de glucemia de los que te consiguen la
hemoglobina glicosilada. Entonces, como mucho, bebería infusión de ortigas para bajar el azúcar, pero eso sí, de ortigas del camposanto, que junto con la fuerza de la fé, harían milagros.