jueves, 24 de octubre de 2013

Se suspende la comercialización del ketoconazol oral porque daña al hígado.

Ayer, 24 de octubre, han suspendido su comercialización. La noticia ha aparecido en el boletín de La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, no en el "Qué me dices", así que es una cosa seria.

El ketoconazol es un medicamento que se utiliza para combatir los hongos, y también para el tratamiento del síndrome de Cushing. En este caso, si no hay alternativa, los pacientes pueden seguir tomándolo. No, no te alarmes, porque este síndrome afecta a sólo 120 personas por cada millón de habitantes, y no vas a ser tú quien lo padezca. Digo yo, vamos...

El ketoconazol sí se va a poder seguir administrando de forma tópica o local, puesto que en estos casos la absorción sistémica es muy pequeña.

En el enlace tenéis toda la información, y si sospecháis si el medicamento que estáis tomando tiene o no este producto, consultad con vuestra farmacia de toda la vida. Si lo estáis tomando, y os notáis alguna cosa rara, poneos en contacto con el Centro Autonómico de Farmacovigilancia correspondiente.



Beatriz González Villegas. 












Imagen: http://www.lisancr.com/images/products/vet/ketoconazol-vet-thumb.jpg



Cuando seamos viejos, ¿Virgencita, llévame?


Hoy he leído en el blog medicoacuadros "Cuando sea vieja, me moriré". Es para pensárselo. 

Veréis, siempre he pensado, desde poco después de debutar con mi diabetes tipo 1, que no llegaría a vieja. Entonces no había Internet, pero una preguntaba por aquí, por allá, o por donde no se veía. La "muerte silenciosa", como llaman a la diabetes, es lo que es, y entonces estábamos en las sótanos la Ciencia. Los trasplantados de páncreas se morían como moscas porque no se atinaba con qué hacer con los productos exocrinos del páncreas injertado, que los que largaba nuestro páncreas propio ya hacían lo suyo... y acabábamos deshechos por dentro. De células madre ni se hablaba: había dos madres, la que nos parió, y la del cielo, y las catequesis eran obligatorias para hacer la Comunión, y por si faltara poco, en clase la religión era como la diabetes, crónica y para siempre.

Cuando seamos viejos no sé yo si querremos seguir siendo, porque para ser viejos y enfermos, muchos preferirán irse al otro barrio. De todos modos, y tras sufrir muchos días de "tortura" hospitalaria más que consentida, y con una idea fija en la cabeza, la de "me voy a poner bien", lo mismo dejo de cantar aquella canción de Milanés, y pido que me alarguen un poquito más lo de estar aquí. Tengo una ventaja, claro. Al haber estado enferma desde siempre no me fastidia tanto un día más entre catéteres por aquí, o sondas por allá. Por eso, al menos tan vieja como soy hoy, pediría que me dejasen ese poquito más para estar junto a los que quiero. Hoy, en Andalucía, puedo. Se están haciendo grandes esfuerzos para que pueda. Por eso, cuando sea vieja y enferma, cosa, la de enferma, que va conmigo desde casi siempre, lo mismo no quiero que me ahorren "sufrimientos" con un interruptor. 

Recuerdo, en Agudos, en mi Carlos Haya de Málaga, como mi compañera, aquella anciana tan blanca de pelo gris, repetía una y otra vez "Virgencita, llévame contigo", y a mí se me saltaban las lágrimas. Ella sí quería irse. Yo no. Y su voz todavía la oigo en sueños. Sigo sin querer irme. Ni de vieja. Ni de más terminal aún. Cueste lo que cueste.

Beatriz González Villegas.



lunes, 7 de octubre de 2013

Ofertas de empleo para los médicos de la Pública.

Cada vez que oigo a alguien insultar lo que hacen los funcionarios no me salen ronchas, porque no ganaría para consultas, pero sí que me molesto. Cada vez que esto pasa, además, me reafirmo en lo que dicen algunos de aquí y otros de allá, que somos un país de envidiosos.

Cuando un albañil ganaba 3.000 € en la construcción, oí a muchos profesores (y a algún alumno) aquello de "¿para qué se va a estudiar hoy?", y, ojo, entonces tenía su lógica cobrando lo que cobraban todos aquellos que no sabían ni cuántos agujeros puede tener un ladrillo y, sin embargo, de golpe eran albañiles virtuosos... (que por lo que cobraban bien lo podrían ser) de las chapuzas. En absoluto estoy menospreciando a ningún albañil. Es un trabajo duro, y bien digno. Pero no me negarán que aquello de "todos sabemos construir" no era más que un oportunismo puro y duro, sin más ciencia que la de la que da el olor a dinero: ninguna.

Ayer, viendo un reportaje de Canal Sur sobre la obra del arquitecto Vandelvira, mi hija y yo estuvimos cambiando opiniones sobre quién era más importante, si el arquitecto, o los que construyeron sus obras. Ella, con sus dieciséis años marcando carácter, defendía que por muy especial que fuese el señor Andrés nada se hubiera hecho sin los que trabajaron en la construcción de esos edificios. Tiene su parte de razón, claro. Mi interés era enseñarle que la idea es la que mueve el mundo, y no los que ponen los ladrillos de la idea, que sin instrucciones poco harían. Cualquiera puede poner ladrillos. Yo misma lo he hecho en la casa de mis padres de pequeña. Entonces mezclábamos la arena, el cemento, y la grava en las medidas que nos decía el cuñado de doña Emilia, la de la tienda grande de La Vecilla (un colmado precioso que ya no está), que era quien nos vendía los materiales de construcción. Cemento, arena, plomadas y otras herramientas, y levantamos aquí un murito de contención bajo la peña, allí "Lemóniz" -que fue como mi padre bautizó a la barbacoa, de lo fea que nos quedó. Fea, pero útil-... Así que yo también he sido albañil (o albañila), ya puestos en el tema; nada diestra, porque soy zurda de pensamiento, palabra, y obra, ni tampoco versada. Pero puse mis ladrillos.

Los que hoy se quejan de lo que ganan los funcionarios medios deberían recordar que mientras unos perdían años formándose para luego perder otros más opositando, otros hacían de la libertad en ejercer el "no esfuerzo" su lema de vida. Los salarios de los funcionarios no sólo han sido congelados en todo el país, perdiendo poder adquisitivo, sino que además a ellos, los que trabajan para la Casa, les han aumentado horas de curro a 0 €. Esto poco les importa a los que antes consideraban una bazofia un sueldo algo más alto que el de un mileurista. Y es que ahora ser mileurista es que te toque la lotería. Pero...

Nuestros médicos y enfermeros que trabajan en la Pública son funcionarios. La Casa no retira en armamento, pero sí en Educación y en Salud. Y si las asociaciones protestan, como son la voz de la ciudadanía, se les cuenta que no se retirará tal o tal otra cosa (o derecho), y al final quien paga el pato es el sueldo del que trabaja en el hospital de al lado, del que no quiso irse a "Jiuston" a cobrar en piedras preciosas por cada consulta o cada cura.

Hace un rato vi en Twitter un anuncio de trabajo que me ha hecho gracia:


medico de urgencias MADRID 04/10/2013
Se necesita médico de urgencias, para colaborar con clínica privada, totalmente compatible con trabajo en sanidad pública. Bien remunerado.Horario flexible.

Teléfono: 677775101
E-mail: aeyaralar@yahoo.com

Compatible con trabajo en Sanidad Pública... ¿Cómo querrán los que mandan que nos atiendan nuestros profesionales de la Salud si ya no tienen ni para pagarse la hipoteca, si han de pluriemplearse en varios sitios a la vez de "saldo", si ante una denuncia de un paciente les dejan con el culo al aire los de arriba, si no pueden recetar según su propio criterio, si les roban hasta en las taquillas de quirófanos de urgencias*...?,


Nos atienden muchas veces "cabreados", y con razón. Aquí seguimos los pacientes muditos como el enanito bobalicón de Blancanieves. ¿Cuántas asociaciones plantan cara a las distintas Administraciones por ellos?, ¿cuántos sindicatos? 

Perdón, hoy no era día de tocar sindicalismos. Voy a ver si charlo con Mudito, que entre nosotros nos entendemos.

Beatriz González Villegas.

*Caso verídico, como decía Paco Gandía cuando nos hacía reir: Urgencias de un hospital andaluz. Entra un paciente de una etnia minoritaria desde UVI Móvil, con un tiro en el pecho, al lado del corazón, a primeras horas de la madrugada. La intervención dura lo que queda de noche. Los gritos se oyen en todo el hosptial: "Como lo matéis, os rajamos". Salvan al paciente. La sala de espera, llena de parientes del salvado, igual que los alrededores del hospital, desde una punta a la otra de la acera. 
Al salir, uno de los cirujano va a su taquilla a cambiarse para irse a casa. Al abrirla comprueba que le han robado todo: la cartera, las llaves del coche, la ropa... y hasta los zapatos. Vestido de verde quirófano tuvo que irse a su piso. Verídico, verídico. Preguntad por... vaaaaaale, no digo más.





Foto: Algunas pistas para reconocer a un cirujano plástico 'de fiar' antes de una operación. http://estaticos02.cache.el-mundo.net/elmundosalud/imagenes/2008/08/19/1219169269_0.jpg

sábado, 5 de octubre de 2013

Cantando a la Sanidad Pública.

A veces pienso que la Sanidad Pública es como una mala novia. Sin embargo, otras, las más, es perfecta.

Hoy cumplo años. Un año más que le he ganado a la parca. Ésa no me pilla todavía. Aún corro más que ella. Será por eso por lo que ando dándole vueltas a lo que es el SNS para mí, porque cada cumpleaños, cada cumplemés, o cada cumpledía tengo que dar gracias por vivir donde vivo, y ser una privilegiada en un planeta de injusticias, donde estar enfermo es una "esclavitud". Aquí aún hay una sanidad pública, y en Andalucía un SAS que intenta tirar para adelante como se pueda, quitando de aquí, poniéndolo allá. Lo malo son los aquí y los allá que no quedan muy claros ni para los profesionales, ni para los usuarios. Y ya estamos de nuevo con los grupos. 

- Tú, el de verde y gorrito, al grupo de los de verde; y usted, el que no lleva uniforme, al otro lado.

Anda que no les gusta a los que administran separarnos por grupos. Pero la cosa es que no hay grupos puros, y esto está lleno de intersecciones.




Hoy me he levantado oyendo a Pitingo. Su canción "Quisiera amarte menos" es como esa otra que habla de uno que oye algo y se dice "vaya, si eso que canta es igualito a lo que siento, a lo que me pasa...".

Por suerte, o por desgracia, voy conociendo a muchos médicos. Ayer estuve charlando con un especialista un ratito, así, en plan distendido, cómodo, como si nos conociéramos de toda la vida. Tocamos algunos temas, y bien. Lo malo llegó en la despedida. Conoce mi historia, claro, y con una sonrisa apostilló que este año no volviera a ingresar, que bastantes ingresos llevo, y que por pacientes como yo, a él, a ellos, los de verde, les bajan el sueldo y esas cosas.

Sí señor, qué mala novia es a veces la Sanidad Pública. 

Primavera de mis veinte años, que hoy es sólo un bonito recuerdo; Relicario de mi juventud; hombre, tampoco es eso, pero no se lo voy a discutir ahora a Pitingo. Que un cariño feliz yo soñaba, yo estoy solo con mi esclavitud. Con 20 años una sueña de todo. Es lo normal; pero lo que sí ha bordado Antonio es lo de estar solos con nuestras cadenas. Las mías están hechas de sábanas con el logo de la Junta. Sus sábanas son ya tan mías que cualquier día pido una, vieja, para tenerla como el bebé tiene un osito de peluche con el que se apretuja antes de dormir. 

Por supuesto que todos los enfermos estamos solos con nuestras enfermedades, porque la familia no se puede poner en nuestro pellejo por más que lo intente. Son muchas las voces que se alzan haciendo visible la necesidad de apoyo emocional o psicológico que sufrimos los crónicos con enfermedades graves. Sin embargo, las asociaciones, en lugar de favorecer que se tenga una buena lista de psicólogos en nómina en cada hospital (no contradados por parentescos directos con nadie, sino por méritos, por antigüedad, etc., como se hace en las listas del SAS, y esto sí que no es sarcasmo) se los llevan a sus locales para los suyos, y pagados con fondos públicos la mayoría de las veces. Esto sí que es prostituir a la novia por la que muchos luchamos, dejándola en manos de los que puedan pagarla.

Quisiera amarte menos
no verte más quisiera
salvarme de esta hoguera
que no puedo resistir
no quiero este cariño
que no me da descanso
sin ti la paz no alcanzo
y lejos no se vivir.


Que por nuestra culpa a ellos les bajan el sueldo. Vaya plan. En Estados Unidos sólo se trata quien puede pagar un seguro. Aquí nos tratan funcionarios. Los hay que aman lo que hacen. Los hay que aman sobre todo lo que cobran los otros. Pero, en medio, estamos los pacientes queriendo y necesitando nuestro Sistema, que ojalá pudiéramos perderlo de vista porque llegase una cura y ¡zas! sanitos como el culito de los bebés de los anuncios de Dodot, pero nanai. A la hoguera de cabeza por amor a la pública que nos cuida, sin paz, y sin poder alejarnos mucho de ella, que como nos pille en tierra de nadie nos dejan morir.

quisiera amarte menos
porque esto ya no es vida
mi vida esta perdia
de tanto quererte
no se si necesito
tenerte o perderte
yo se que te querio
más de lo que he podio
quisiera amarte menos
buscando en el olvido
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más. 


Seguro que a muchos os ha pasado. Seguro que habéis dudado si marcharos a un seguro privado, vacilando si uno necesita el Sistema, o si lo puede perder de vista emigrando a la privada; pero el intríngulis está en que los seguros privados a los crónicos no nos quieren, y eso sí que es un amor imposible, destinado a la calabaza más grande jamás pensada. 

Ya lo sé que
entre dos que se quieren
el cariño distinto ha de ser,
mientras uno da entera su "vía"
otro sólo se deja querer.


Está claro que el cariño o el odio que le tengamos los pacientes (estemos o no en la intersección) va a ser difente al que el Sistema nos tiene. Ellos, los que mandan, cuando se juntan con nosotros (por ejemplo, cuando nos reúnen a las asociaciones como interlocutoras de algo) no nos quieren igual, porque ni siquiera nos necesitan. Y no es que se ame a quien se necesita, no. Lo que necesitamos es amar. (Ufff, ¿esto no era un programa de la tele?). Ayer mi amigo Juan Antonio me decía que "sin enfermos estarían en el paro", pero enfermos habrá siempre salvo que dejemos de ser lo que somos, animales; bueno, ejem, algunos lo son más que otros. Él y yo somos de los buenos (animales). Somos de los que, por narices, le tenemos entregada nuestra vida, y no sólo la defendemos, sino que peleamos porque ella, la Sanidad, no enferme.


Ya lo sé y sin embargo no puedo (Échale papas)
conformarme con quererte yo,
tengo miedo que nunca termine
esta dura condena de amor. 


Aquí sí que definiríamos bien el porqué de la Participación Comunitaria. No podemos conformarnos con quererla nosotros; ahora no sólo necesitamos que nos prescriban medicamentos. Por más que les moleste a muchos grandes profesionales estudiados en universidades de prestigio, necesitamos saber que se nos tiene en cuenta, que se nos mira a la cara, porque nos cansamos de ser invisibles. Somos algo más que un historial clínico. Pedimos un trato humano. Y esto a los de verde les sienta como una patada en los mismísimos.


Por otro lado, el "Echale papas" me recuerda a cuando algunos se quejan de la comida en los hospitales, que como he dicho muchas veces no es en absoluto mala. Es de calidad; pero en nuestra tierra, y más los que no podemos ir a "Jiuston", estamos acostumbrados a echarle papas a todo, hasta a la sal. Y eso es matarse. Tendremos que pelearnos más el que hay que tomar conciencia de la dieta que cada paciente tiene que seguir: los diabéticos, la de diabético: los hipertensos, sin sal,... y así todo. Aquí la novia tiene razón.

Quisiera amarte menos
no verte más quisiera,
salvarme de esta hoguera
que no puedo resistir;
es cruel este cariño
que no me da descanso,
sin ti la paz no alcanzo
y lejos no se vivir. 


Quisiera amarte menos
porque esto ya no es vida;
mi vida esta perdia
de tanto quererte. 


No sé si necesito
tenerte o perderte. 

Yo sé que te he querío
más de lo que he podío,
quisiera amarte menos
buscando en el olvido
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más. 


Y es verdad. Al final, estemos o no protestones, la realidad es que cuanto más se lucha por ella, más se la quiere. Es lo que tienen las novias así, de amores en los que está en juego es la vida.


Me aconsejan que te olvide
osú que barbaridad;
como no saben querer,
no saben aconsejá.
¡ay, como no saben querer, no saben aconsejá!


Cuando decidí dejar de presidir la asociación, muchos a los que había molestado defendiéndola
me aconsejaron "olvidarla", porque estoy "mu malita". Y lo digo y lo seguiré diciendo, que si sabían de lo enfermísima que estoy, no sé por qué se olvidaron de problemillas míos como el de mi pié, que no era de ninguna área sanitaria por lo cara que salgo, o lo de mi corazón necesitado de un cambio de válvulas. Sin embargo, cuando aviso que lo dejo, todos me dan palmaditas en la espalda más falsas que las "moneas", con una felicitación no por lo que hago, sino por lo que soy: "pobrecita enfermita". Y eso de pobrecita es el peor insulto que nos pueden escupir a la cara. Claro que para eso se inventaron los pañuelos, te quitas el escupitajo, y sigues, con otro nombre, pero siendo fiel a lo que amas. Quisiera amarte menos...


Es verdad que los que no saben de las clausulitas de la privada aconsejan. Ya hablamos del no por delante de los seguros privados. También de que nos culpen de la palidez de la novia. Como no saben querer, no saben aconsejá. "Malitos" como estamos, que les den las calabazas a esas empresas de la salud en minúsculas que sólo al vernos les salen sarpullidos. Los pacientes somos el sumidero por donde dicen se van los euros, pero hay formas de abaratar costes sin tocar tratamientos, ni pruebas diagnósticas, ni procesos asistenciales para oncológicos, ni medicamentos de última generación para el SIDA, o para trasplantes, de esos que se dan en la farmacia del hospital. Hay, según dicen las malas lenguas, más altos cargos que nunca, y si nos vamos a otros sistemas podríamos hablar de iva abaratado para ricos que juegan al monolopy de las sicav, de exención de pagos de impuestos a equipos de fútbol, o de otros sumideros peores. La novia está anémica porque no come lentejas. Los que han de darle de comer se las llevan a sus alacenas. Así que habrá que luchar por ella, porque la queremos más que al aire que respiramos, que si nos abandona hacemos ¡plof!

Seguiremos en la puerta de Urgencias, o en la de una consulta, bien sea en nuestro Centro de Salud, o en un hospital de paso. Nuestra sanidad será putilla, pero es la nuestra.







Beatriz González Villegas.