Hoy en la Ser hablaban de golpe de Estado. En la Cope, del terremoto de México. Hay argumentos de los que preocuparse. Pero, aún así, lo que me saca de quicio es lo que está pasando en la Universidad de Sevilla, entre los alumnos de un profesor de Historia que padece diabetes tipo 1.
Ser padre de un niño con diabetes es padecer también la enfermedad. Es pasarse la vida en torno a las glicosiladas, a los pinchazos, pero también a lo social, a que nuestros niños no se sientan menos que nadie, a defender, en suma, su dignidad. Y es eso lo que mejor hacemos en nuestras asociaciones, con el apoyo de los compañeros. Pacientes, padres, abuelos, familiares, amigos... Aprendemos y enseñamos qué somos, cómo somos, nuestros tiempos, nuestro entorno inmediato, todo lo que nos envuelve, y las razones por las que esto pasa. Una vida de aprendizaje, pero también una de enseñar al otro todo esto.
No es que hoy me esté poniendo filosófica. No. No es eso, y voy al grano.