viernes, 8 de febrero de 2013

Hemodiálisis para Enfermería

Por Beatriz González Villegas [2012-12-03]
 
Qué importante es la especialización en Enfermería. Recuerdo haber estado ingresada durante un verano y habernos quedado sin enfermeras especializadas en hemodiálisis. Las vacaciones son las vacaciones, claro.
Nos teníais que ver allí, en nuestra habitación, con las antenas puestas a ver qué pasaba en la de al lado, porque llegaron las enfermeras nuevas y había que dializar a esos compañeros. Menos mal que a nosotras nos tocaba al día siguiente.



Dicen que los pacientes en diálisis somos exigentes, o muy exigentes, pero ¡como para no serlo! ¿Sabéis qué es lo primero que te dicen tus enfermeras en el hospital cuando comienzas a dializarte?

- Cualquier cosa que sientas, ya sabes, avísanos.
Cualquier cosa, cualquier cosa... vaya plan. Y una se pregunta que qué cosas serán esas, porque ya una siente la tubería funcionando por el catéter de turno, el frío que te deja la sangre al entrar en el cuerpo después de haber salido de nuestras "can-ne abierta" y todo lo demás que te provoca esa parafernalia tuberosa.
¿Cualquier cosa?
- Oiga, enfermera, siento miedo, ¿eso vale?
Y no. El miedo no es esa cosita que tú no tienes ni idea que puede ser una alarma de que algo no va bien. Lo mismo es que se te salga la aguja y empieces a sangrar como un pollo. O a lo mejor es que empieces a sentir cómo se te derrite la cara al empezar a funcionar los filtros... ¡yo qué sé! Con la de historias que una ha visto en los festivales de Sitges, la imaginación hace estragos.
Pero como os contaba, en ese verano de angustia y sin enfermeras que supieran dializar tan bien como sonarse los mocos (los suyos propios) estábamos temblandito de miedo. Recuerdo, igual que recordará mi compañera, que oímos a nuestro compañero de la habitación de al lado llamando a la enfermera. Nos extrañó que no le diera al timbre, pero los gritos que siguieron nos dieron la respuesta: estaba desmayándose. Y dejó de gritar.
Claro, a ti que lees te hubiera dado lo mismo en nuestro lugar, pero las dos comenzamos a llamar a las enfermeras como si el hospital estuviera ardiendo.
Oímos los zapatófonos de ellas corriendo a todo meter pasillo arriba, y empezaron a decirse entre ellas palabras que ni entendíamos (porque hablaban bajito) aunque sus tonos eran de terror igual que el nuestro. Si hubieran sido del planeta Nibiru las hubiésemos entendido mejor, palabrita; pero cuando hablan en lenguaje ténico no hay quien las entienda.
- Tranquila, ya nos enteraremos de lo que ha pasado. De aquí no nos sueltan, le dije a mi compi.
Y sí que nos enteramos. El chico se había hipotensado, es decir, se le había puesto la tensión arterial tan baja que ni en las capas centrales de la Tierra la encontraban. Lo malo de todo esto es que se le había parado la fístula o FAVI.
¡¡¡Se le había parado la fístula!!! Eso no es alarmante para nosotros. Eso es peor que una putada, o peor que perder la Fórmula 1 por pocos puntos, de manos de un niñato.
Para nosotros nuestra fístula es sagrada porque el tenerla vivita y coleando depende el que te puedan limpiar la sangre o no, o que te pongan un catéter por donde entran además infecciones, o no.
Vaya con el verano. Íbamos perdiendo el partido y acabábamos de empezar esas vacaciones. Pero la cosa no iba a quedarse así. Pasadas las horas volvimos a oir chillar a otra enfermera que estaba aprendiendo a dializar en nuestras venas que decía:
- ¡Niña, rápidoooo, que se me ha cuajao estoooo! - y el "estooo" se acompañaba de golpes con algo como plástico contra plástico, que imaginamos que era la tijera para clampar los tubos, contra el sistema de tubos que va enganchado a la máquina dializadora. Bueno, mejor ni lo imagines. Pero para evitas vómitos explico: la sangre pasa por un laberinto de tubos que pasan dentro de una bandeja vertical que se ancla a la maquinita. Está bien, no aclaro nada, pero la intención es buena. Golpes, y ya está.
El tema es que nos miramos, nos pusimos a reir histéricas, y prometimos que la del cuajao no nos iba a dializar ni por las barbas del profeta. Y así pasó al día siguiente.
¡Lo que es poder hacer algo por saber demasiado, y lo que es que el Sistema te lo permita! Al día siguiente nos tocaba dializarnos a nosotras, y nos negamos a que lo hiciera alguien sin experiencia acreditada en nefrología. Llamaron al jefe de enfermería de la planta y fue él quien lo hizo. No nos hipotensamos, no nos desmayamos, pero temblábamos como flanes, porque atrevernos a quitarle el descanso a alguien importante podía suponer más de una colleja institucional, o, como dice mi suegra "que te cambien las pastillas por otras". Y luego dicen que en Sitges se ve Ciencia Ficción. Anda ya, y que vengan a estos sitios a hacer películas sin necesidad de monstruos, ni muertos vivientes.
Y tras todas estas anécdotas viene lo importante, que para no variar olvido contando. Hay cursos para especializarse en Nefrología como este de la Universidad de Sevilla: Especialista en Hemodiálisis para Enfermería.
Vuelvo a los recuerdos. En aquel verano llegó otra chica a sustituir. No tenía demasiada experiencia en este tema y se ofreció para venir los días que tenía libres a ayudar a la enfermera que tocase, para aprender más y no hacer en sus turno nada que no debiera hacer, aunque su verdadera razón nos la contó a las dos: trabajaba normalmente en la UCI, a pesar de su juventud, y quería aprender a dializar para estar preparada cuando algún paciente como nosotros llegase allí.
Que sí, que los sindicatos estarían en contra, pero ella no buscaba títulito alguno que le abriera puertas, sino experiencia y aprendizaje que hiciera que sus pacientes sufrieran lo justo. ¿Es eso tan malo?, ¿es peor que cobrar en negro los beneficios que reporta el mandar a la privada a los pacientes riquetos? Además, si los cursos de especialización tuvieran otros precios nadie tendría que dar su tiempo gratis a nadie. Ahí queda. Total, no nos leéis más que los mismos siempre. Así que gracias, y ¡Salud!




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