sábado, 5 de octubre de 2013

Cantando a la Sanidad Pública.

A veces pienso que la Sanidad Pública es como una mala novia. Sin embargo, otras, las más, es perfecta.

Hoy cumplo años. Un año más que le he ganado a la parca. Ésa no me pilla todavía. Aún corro más que ella. Será por eso por lo que ando dándole vueltas a lo que es el SNS para mí, porque cada cumpleaños, cada cumplemés, o cada cumpledía tengo que dar gracias por vivir donde vivo, y ser una privilegiada en un planeta de injusticias, donde estar enfermo es una "esclavitud". Aquí aún hay una sanidad pública, y en Andalucía un SAS que intenta tirar para adelante como se pueda, quitando de aquí, poniéndolo allá. Lo malo son los aquí y los allá que no quedan muy claros ni para los profesionales, ni para los usuarios. Y ya estamos de nuevo con los grupos. 

- Tú, el de verde y gorrito, al grupo de los de verde; y usted, el que no lleva uniforme, al otro lado.

Anda que no les gusta a los que administran separarnos por grupos. Pero la cosa es que no hay grupos puros, y esto está lleno de intersecciones.




Hoy me he levantado oyendo a Pitingo. Su canción "Quisiera amarte menos" es como esa otra que habla de uno que oye algo y se dice "vaya, si eso que canta es igualito a lo que siento, a lo que me pasa...".

Por suerte, o por desgracia, voy conociendo a muchos médicos. Ayer estuve charlando con un especialista un ratito, así, en plan distendido, cómodo, como si nos conociéramos de toda la vida. Tocamos algunos temas, y bien. Lo malo llegó en la despedida. Conoce mi historia, claro, y con una sonrisa apostilló que este año no volviera a ingresar, que bastantes ingresos llevo, y que por pacientes como yo, a él, a ellos, los de verde, les bajan el sueldo y esas cosas.

Sí señor, qué mala novia es a veces la Sanidad Pública. 

Primavera de mis veinte años, que hoy es sólo un bonito recuerdo; Relicario de mi juventud; hombre, tampoco es eso, pero no se lo voy a discutir ahora a Pitingo. Que un cariño feliz yo soñaba, yo estoy solo con mi esclavitud. Con 20 años una sueña de todo. Es lo normal; pero lo que sí ha bordado Antonio es lo de estar solos con nuestras cadenas. Las mías están hechas de sábanas con el logo de la Junta. Sus sábanas son ya tan mías que cualquier día pido una, vieja, para tenerla como el bebé tiene un osito de peluche con el que se apretuja antes de dormir. 

Por supuesto que todos los enfermos estamos solos con nuestras enfermedades, porque la familia no se puede poner en nuestro pellejo por más que lo intente. Son muchas las voces que se alzan haciendo visible la necesidad de apoyo emocional o psicológico que sufrimos los crónicos con enfermedades graves. Sin embargo, las asociaciones, en lugar de favorecer que se tenga una buena lista de psicólogos en nómina en cada hospital (no contradados por parentescos directos con nadie, sino por méritos, por antigüedad, etc., como se hace en las listas del SAS, y esto sí que no es sarcasmo) se los llevan a sus locales para los suyos, y pagados con fondos públicos la mayoría de las veces. Esto sí que es prostituir a la novia por la que muchos luchamos, dejándola en manos de los que puedan pagarla.

Quisiera amarte menos
no verte más quisiera
salvarme de esta hoguera
que no puedo resistir
no quiero este cariño
que no me da descanso
sin ti la paz no alcanzo
y lejos no se vivir.


Que por nuestra culpa a ellos les bajan el sueldo. Vaya plan. En Estados Unidos sólo se trata quien puede pagar un seguro. Aquí nos tratan funcionarios. Los hay que aman lo que hacen. Los hay que aman sobre todo lo que cobran los otros. Pero, en medio, estamos los pacientes queriendo y necesitando nuestro Sistema, que ojalá pudiéramos perderlo de vista porque llegase una cura y ¡zas! sanitos como el culito de los bebés de los anuncios de Dodot, pero nanai. A la hoguera de cabeza por amor a la pública que nos cuida, sin paz, y sin poder alejarnos mucho de ella, que como nos pille en tierra de nadie nos dejan morir.

quisiera amarte menos
porque esto ya no es vida
mi vida esta perdia
de tanto quererte
no se si necesito
tenerte o perderte
yo se que te querio
más de lo que he podio
quisiera amarte menos
buscando en el olvido
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más. 


Seguro que a muchos os ha pasado. Seguro que habéis dudado si marcharos a un seguro privado, vacilando si uno necesita el Sistema, o si lo puede perder de vista emigrando a la privada; pero el intríngulis está en que los seguros privados a los crónicos no nos quieren, y eso sí que es un amor imposible, destinado a la calabaza más grande jamás pensada. 

Ya lo sé que
entre dos que se quieren
el cariño distinto ha de ser,
mientras uno da entera su "vía"
otro sólo se deja querer.


Está claro que el cariño o el odio que le tengamos los pacientes (estemos o no en la intersección) va a ser difente al que el Sistema nos tiene. Ellos, los que mandan, cuando se juntan con nosotros (por ejemplo, cuando nos reúnen a las asociaciones como interlocutoras de algo) no nos quieren igual, porque ni siquiera nos necesitan. Y no es que se ame a quien se necesita, no. Lo que necesitamos es amar. (Ufff, ¿esto no era un programa de la tele?). Ayer mi amigo Juan Antonio me decía que "sin enfermos estarían en el paro", pero enfermos habrá siempre salvo que dejemos de ser lo que somos, animales; bueno, ejem, algunos lo son más que otros. Él y yo somos de los buenos (animales). Somos de los que, por narices, le tenemos entregada nuestra vida, y no sólo la defendemos, sino que peleamos porque ella, la Sanidad, no enferme.


Ya lo sé y sin embargo no puedo (Échale papas)
conformarme con quererte yo,
tengo miedo que nunca termine
esta dura condena de amor. 


Aquí sí que definiríamos bien el porqué de la Participación Comunitaria. No podemos conformarnos con quererla nosotros; ahora no sólo necesitamos que nos prescriban medicamentos. Por más que les moleste a muchos grandes profesionales estudiados en universidades de prestigio, necesitamos saber que se nos tiene en cuenta, que se nos mira a la cara, porque nos cansamos de ser invisibles. Somos algo más que un historial clínico. Pedimos un trato humano. Y esto a los de verde les sienta como una patada en los mismísimos.


Por otro lado, el "Echale papas" me recuerda a cuando algunos se quejan de la comida en los hospitales, que como he dicho muchas veces no es en absoluto mala. Es de calidad; pero en nuestra tierra, y más los que no podemos ir a "Jiuston", estamos acostumbrados a echarle papas a todo, hasta a la sal. Y eso es matarse. Tendremos que pelearnos más el que hay que tomar conciencia de la dieta que cada paciente tiene que seguir: los diabéticos, la de diabético: los hipertensos, sin sal,... y así todo. Aquí la novia tiene razón.

Quisiera amarte menos
no verte más quisiera,
salvarme de esta hoguera
que no puedo resistir;
es cruel este cariño
que no me da descanso,
sin ti la paz no alcanzo
y lejos no se vivir. 


Quisiera amarte menos
porque esto ya no es vida;
mi vida esta perdia
de tanto quererte. 


No sé si necesito
tenerte o perderte. 

Yo sé que te he querío
más de lo que he podío,
quisiera amarte menos
buscando en el olvido
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más. 


Y es verdad. Al final, estemos o no protestones, la realidad es que cuanto más se lucha por ella, más se la quiere. Es lo que tienen las novias así, de amores en los que está en juego es la vida.


Me aconsejan que te olvide
osú que barbaridad;
como no saben querer,
no saben aconsejá.
¡ay, como no saben querer, no saben aconsejá!


Cuando decidí dejar de presidir la asociación, muchos a los que había molestado defendiéndola
me aconsejaron "olvidarla", porque estoy "mu malita". Y lo digo y lo seguiré diciendo, que si sabían de lo enfermísima que estoy, no sé por qué se olvidaron de problemillas míos como el de mi pié, que no era de ninguna área sanitaria por lo cara que salgo, o lo de mi corazón necesitado de un cambio de válvulas. Sin embargo, cuando aviso que lo dejo, todos me dan palmaditas en la espalda más falsas que las "moneas", con una felicitación no por lo que hago, sino por lo que soy: "pobrecita enfermita". Y eso de pobrecita es el peor insulto que nos pueden escupir a la cara. Claro que para eso se inventaron los pañuelos, te quitas el escupitajo, y sigues, con otro nombre, pero siendo fiel a lo que amas. Quisiera amarte menos...


Es verdad que los que no saben de las clausulitas de la privada aconsejan. Ya hablamos del no por delante de los seguros privados. También de que nos culpen de la palidez de la novia. Como no saben querer, no saben aconsejá. "Malitos" como estamos, que les den las calabazas a esas empresas de la salud en minúsculas que sólo al vernos les salen sarpullidos. Los pacientes somos el sumidero por donde dicen se van los euros, pero hay formas de abaratar costes sin tocar tratamientos, ni pruebas diagnósticas, ni procesos asistenciales para oncológicos, ni medicamentos de última generación para el SIDA, o para trasplantes, de esos que se dan en la farmacia del hospital. Hay, según dicen las malas lenguas, más altos cargos que nunca, y si nos vamos a otros sistemas podríamos hablar de iva abaratado para ricos que juegan al monolopy de las sicav, de exención de pagos de impuestos a equipos de fútbol, o de otros sumideros peores. La novia está anémica porque no come lentejas. Los que han de darle de comer se las llevan a sus alacenas. Así que habrá que luchar por ella, porque la queremos más que al aire que respiramos, que si nos abandona hacemos ¡plof!

Seguiremos en la puerta de Urgencias, o en la de una consulta, bien sea en nuestro Centro de Salud, o en un hospital de paso. Nuestra sanidad será putilla, pero es la nuestra.







Beatriz González Villegas.