No sé por qué la gente se pone tan nerviosa, tan intransigente, tantarantán, cuando tiene a un familiar en la UCI. Y lo peor, no sé por qué no dejan sus propios deseos a un lado, y piensan sólo en lo que de verdad importa en ese momento: el beneficio del que está ingresado en esa unidad de cuidados in-ten-si-vos, que si son intensivos, y se llaman así, será por algo.
Que conste que más que familiar de ingresado en UCI me ha tocado ser la de dentro; pero las veces que me tocó ser la de fuera pude ver las normas con más lógica, con más claridad. Cuando vives un ingreso de estos y sales, te quedan taxativamente claras ciertas cuestiones:
- Que lo que menos necesitas es que te den el coñazo.
- Que el afecto llevado al lloriqueo no viene bien ni al que llora, ni al que ve llorar.
- Que si las visitas coinciden con las horas de las comidas es para que ayuden al de la cama a comer, y no a dar de comer al que visita.
- Que ponerse a criticar la comida del de la cama no te hace mejor familiar; las comidas las dan según la enfermedad que tenga el encamado, no según los gustos culinarios exquisitos del que visita.
- Que no sirve de nada en las visitas ponerse a criticar al personal. A lo sumo pones nervioso al paciente.
- Que son los profesionales sanitarios los que saben qué medicación se ha de tomar en los momentos de ingreso en esta unidad, y que las pastillitas que tome el paciente no ha de coincidir con lo que tome en su casa, que por algo está ingresado.
La lista puede seguir y seguir, pero sólo intenta ser un resumen.
Estuve en Valme el jueves pasado, y cogí un papel que había en Cita Previa que es interesante que se conozca, y que dice lo siguiente:
Sevilla, 10 de Julio de 2012
Servicio de Información al Usuario
De acuerdo con el Servicio de Medicina Preventiva, se modifica el horario de visita de los pacientes ingresados en UCI, siendo
10:00 h. “un” solo familiar, durante 15 minutos
14:00 h. “dos familiares sin intercambio, durante 30 minutos
20:00 h. “dos” familiares sin intercambio, durante 30 minutos
Lo que se hace constar a los efectos oportunos.
Fdo.- D. Antº Lesmes Serrano
Director UGC UCI y Urgencias*
Fdo.- Dñª. Dolores Fernández
Supervisora UCI
Hay quien no entiende eso de “familiares sin intercambio”, pero lo entenderán cuando ingresen (como diría mi amigo Quequeno, “no ni ná”). He vivido ingresos en UCI desde la época de Matusalén, y me creo con el derecho a comparar, visto lo visto.
Imaginemos: tú ponte en situación, ahí, tumbado panza arriba, con pantallitas de colores marcando tus “píiii”, con más cables que una centralita de telefónica de los años sesenta, amodorrado por la medicación, pero no tanto como para que te caldeen los ánimos, y de pronto ves entrar al par de familiares con cara compungida, como si fuese la última vez que te van a ver vivo, que comienzan con la batería típica de preguntas: que si “cómo estás”, ¡como si hubiera que explicarlo, vamos!, porque estás mal, hecho un guiñapo y con ganas de pirarte; que si “te dan la medicación”, y tú les miras como si no entendieran que los de las batas blancas están para lo que están, y les sueltas un sí por ver si te dejan tranquilo, pero no, siguen; que si “has dormido bien”, y tú, que si en tu cama duermes mejor,… y así dale que te pego, viendo como tu comida se va enfriando en la bandeja, y a ellos se les mueven las glándulas salivares, aunque intenten disimular, pero no hay tu tía, no se mueve un tenedor ni por telequinesis… Si encima los familiares se intercambian, es lógico que se haya comprobado que tras las visitas sube la fiebre, porque el interrogatorio repetido es como para darse de alta voluntaria, y salir corriendo.
Pero como no hay dos personas iguales, en el papel que os he transcrito pone exactamente “dos” familiares, entrecomillando el dos. Lo de remarcarlo, digo yo, será porque hay casos y casos, como cuando recibes visitas y estás recién trasplantado. En este caso, en Málaga se dejaba estar más tiempo a los acompañantes de los trasplantados que veníamos de otra provincia, porque lo normal es que no viniese un visitante diferente cada vez, que “la cosa está mú mala”, y ya te puedes dar por contento con tener a tu vera a un acompañante. Es caro recibir visitas en éstas, porque los visitantes tienen que comer, dormir, venir y volver. Como son terrestres, que no marcianos, todo el gasto lo pagan en euros ganado con el sudor de sus frentes.
Pues en la UCI habrá personas con más necesidad de ver a los suyos que otras, o mil razones razones que sólo conoce quien las padece. Las indicaciones generales siempre se pueden flexibilizar en una sanidad como la nuestra, la pública, donde cada vez es más importante la necesidad individual del paciente, pero no el caprichito tonto.
Esto que os cuento es en Valme, pero lo podréis vivir en muchos otros hospitales andaluces. Las normas, como los modales que ya no están de moda, no se hacen más que para hacer de la convivencia algo que no acarree problemas ni a uno, ni al resto. Si encima están hechas tanto desde un punto de vista profesional, como desde el sentido común, a mí me vale. De todas formas, cuando uno se topa con una norma que no entiende, no hay nada mejor que preguntar el porqué antes de criticar a diestro y siniestro. Nuestros médicos, nuestros enfermeros, nuestros auxiliares, y nuestros “todos” dentro de un hospital son sólo funcionarios, y no se llevan más que un sueldo que es miserable si comparamos con modelos como el de la bandera de barras y estrellas. Muchas estrellas, claro, pero sólo para los que pueden pagarlas.
Para cuatro normas que nos ponen por el bien del que ocupa una cama, mejor cumplirlas si tanto queremos al paciente que decimos querer.
Beatriz González Villegas.
Imagen: http://planho.blogspot.com.es/2011/05/inauguracion-de-la-uci-del-hospital-de.html