viernes, 24 de enero de 2014

Mis médicos necesitan comer bien.

Me contaban en alguno de mis hospitales, de los que más he visitado con residencia y tratamientos incluidos, que una de las quejas que más se recibe es por las comidas. 

Llevo años reivindicando la calidad de la comida que nos dan a los pacientes, porque una cosa es que nos den cosas de comer que no solemos tragar, porque no nos gustan, o por sosas, o por poco grasientas, o porque no llevan azúcar hasta en los dobladillos moleculares..., y otra que sea malo. Las bandejas son las dietas que nos corresponden por la enfermedad que llevemos de serie al ingresar, y están bien condimentadas, sabrosas, y siempre tienen calidad. Pongo la mano en el fuego, si hace falta, por la comida del Hospital Universitario de Valme, del Virgen del Rocío, o del Carlos Haya. Y, ya que estamos, protesto por los quejicas que piensan que, lloriqueando demandando una comida de más calidad, nos van a hacer creer que lo que ingieren en sus hogares es mejor. Nanai. De eso nada. Pero, como he dicho otras veces, parece como si muchos pacientes y sus familiares nos mirasen mal a los que nos gusta lo que nos ponen y, por lo bajini, comentasen que si es así es porque comemos basura en casa. Protestar por la comida de hospital, para esos montaraces de pedigree, les da caché. Eso creen. ¡Y anda que no están equivocados! Tal vez, entre ellos, la equivocada sea yo, pero pataleo aquí, que es más sano que gritar en los pasillos, como hacen cuando tienen oportunidad. Alguien deberia escribir sobre el papel de este tipo de usuarios, que interpretan sin apuntador, que sólo piensan en eso de que le oiga el de al lado, aunque no sirva más que para molestar a los que están de verdad enfermos.

En fin, pero iré al meollo: lo que entiendo aun menos es esta noticia que he leído hoy sobre la comida que les dan a mis médicos. Ni lo entiendo, ni lo acepto.





¿Qué es eso de que a ellos, cuando están de guardia, muchas veces con los ojos sujetos con pinzas porque no han parado, se les da de comer precocinados que ni siquiera vienen de cerca, y solo porque es un poco más barato?

No se trata de pedirles a cada uno un menú degustación para boda en un hotel de cinco estrellas, no; pero si ellos no comen, ¿cómo van a poder atendernos bien?

No me encaja, no me encaja y no me encaja.

¿Qué opciones tienen?, ¿pagarse una tapita en el bar de abajo? Pues la cosa sigue coja y desequilibrada, porque con las "congelaciones salariales", el aumento de horas semanales, y toda la mosca, no les van a quedar ganas de atender a nadie.

¿No estábamos que rasábamos entre pacientes y profesionales? (que eso de tabla rasa no es lo mismo que el "tamquam tabula rasa", que ellos no han nacido ayer, !hombre ya!). Pues como poco, igualdad. Y tampoco, nosotros gastamos poquitas energías en nuestras camas articuladas, y a ellos les he visto correr por los pasillos como quien hace una maratón sólo porque suena un timbre por equivocación.




-Huyshhhhh, perdone, mushasha, es que le di sin queré.

En el restaurante de Valme, antes se ponía la misma comida que en las habitaciones, con la salvedad que no estaba sosa como para hipertensos, pero era muy buena. No sé cómo lo hacen ahora, pero sí que el precio del café ha bajado bastante, mucho más que el IPC.


Un titular del CESMI decía que "El hambre es urgente, la desnutrición, trascendente". Como entendemos que las guardias no son diarias, hablaremos de profesionales sanitarios nutridos, pero con hambre. No será un tema trascendente, pero sí que ha trascendido; habrá que aplicar cuarto y mitad de gobernanza para solucionar una cuestión tan absurda como esta, en la que los pacientes tenemos que protestar para que coman nuestros médicos y enfermeros en condiciones, y no al revés, como se ha visto tantas veces. ¡Que alguien me despierte, y el mundo deje de hacer el pino, por favor!

Todo anda cabeza abajo, y acabaremos desparramados por el suelo hasta los que usemos sillas de ruedas, y no es plan. No es plan, más que nada porque de caernos sobre alguien (con silla y todo) dejaremos para el arrastre a los que aterrizasen antes; y camas libres quedan pocas, por muy colgadas del techo que anden. Los listos se amarraron nada más ver cómo cambiaba la tortilla, y no hay quien los saque...











Beatriz González Villegas.





Imagen:  https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz_2Gm4gruHqJ3F_us4H6e79EXnTLFA6AjBhKkmdNRcYbnZXmllXnpaYGPgdbZNi4geK28jL5jxzshlCvgMJ8RTqcsB6Cfclf2VqqZT8HWFrJoow5R6tjB7qBeTIkffCDyVdoy6YWzZVqm/s320/Sandwiches+infantiles+9.jpg