Columnas / no ni ná
Día 02/07/2011 - 21.09h
El doctor Pérez es de esas personas cuya mejor tarjeta de presentación es el brillo de los ojos de cuantos hablan de él. Un brillo emocionado y contagiado de su entrega y dedicación a la causa de las donaciones y trasplantes. José Pérez sabe como pocos conjugar el verbo sufrir porque conoce el vacío de las despedidas improvisadas que nos da la vida y nos trae la muerte; trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen del Rocío. Allí ha visto partir a muchos sin poder cerrar el equipaje. Emergencia cero, creo que le llaman a ese momento en el que el reloj le echa el pulso al azar para encontrar un corazón, un hígado, un riñón... Por eso el doctor José Pérez Bernal decidió implicarse en la Coordinación de Trasplantes, para ofrecer su tiempo a generar el tiempo necesario para salvar vidas, un tiempo extraordinario que comienza en ese instante de dar el «sí» que como un rayo ilumina una donación en la mayor oscuridad de la desazón humana, cuando nos enfrentamos a la muerte de un ser querido.
Pérez Bernal no es un burócrata. Cumplió en los trabajos de Hércules de la Coordinación de Trasplantes con la cabecera de las camas de la UCI. Después aceptó quedarse como adjunto a la Coordinación, pero no como jarrón chino sino como el primer bracero para sembrar el mensaje, dando charlas en asociaciones, colegios, institutos... por lejos que estuviera el pueblo y complicado fuera el escenario. La última vez que hablé con él ya llevaba novecientas cincuenta conferencias. Hace unos meses le han invitado a dejarlo.
Mucho antes, el doctor Pérez Bernal, cuyas dotes de comunicación son tan buena noticia en ese espacio público donde todo te invita a caer en el silencio de los funcionarios, vio el filón de las hermandades y cofradías para proyectar el mensaje. Y fue por iglesias, capillas, santuarios y casas de hermandad encendiendo cirios en recuerdo a los héroes anónimos que hacen posible que la gestión de los trasplantes en España sea modélica para el resto del mundo. Y me da que eso de los cirios y los cofrades no gustó tanto a quienes ya recelaban del protagonismo de Pérez Bernal. El «doctor de los trasplantes» había conseguido ser popular y querido y eso, mientras no se descubra la vacuna de la envidia es, en este país de tontos, una tragedia. Por eso, posiblemente haya dejado la coordinación de trasplantes sin el homenaje que merece de la sanidad andaluza a la que sirve y a la que siempre llevó por delante. A pesar de todo, estoy convencido de que Pepe Pérez Bernal superará el millar de charlas y seguirá convenciendo allí donde llegue su sonrisa.
Ayer, cuando iba a sacar la tarjeta de crédito para pagar, la confundí con la tarjeta de donante que el doctor Pérez Bernal me entregó un día y que desde entonces llevo en la cartera. ¿Se le podrá pagar tanta devoción hacia su trabajo? Yo no olvido aquel compromiso, como no olvido el brillo de los ojos de tantos trasplantados y de tantos familiares de donantes a los que él supo explicar el milagro de la vida y la verdadera dimensión de la palabra «gracias», cuyo universo le han donado para siempre como mejor pago a su forma de ser.
http://www.abcdesevilla.es/20110703/opinion-columnas/sevi-charlas-doctor-perez-201107022009.html