viernes, 8 de febrero de 2013
Si tienes diabetes seguro que me entiendes si te digo que estoy cansada de los que me culpan sobre cómo estoy respecto a la diabetes que padezco. Si no, también me entiendes si en lugar de diabetes te hablo de cualquier otra enfermedad crónica. ¿A cuántos no nos ha pasado eso de encontrarnos en la calle con alguien que ni nos conoce, pero que se toma la libertad de juzgarnos?
- ¡Ayyyyyyyyyyy!, ¡si estás más gorda!
- No, señora, mire, estoy embarazada.
- Pues algo has hecho tú, ¿eh, pillina?
Y acabas sonriendo y alejándote de la entrometida de las narices por no meterle un bolsazo en plena calle.
Pues volviendo a la diabetes, es muy común que nos culpen, que nos den consejos o que nos riñan sin tener ni idea de lo que es vivir con algo como esto, que ni se cura ni se va. Puedes optar por dos soluciones principales: la de enfadarte hasta los intestinos, cosa que no va nada bien con esto que padecemos, porque -por más que una enfermera de la era de los dinosaurios de mi centro de salud lo niegue- cuando nos estresamos hacemos hiperglucemias. En cristiano: se nos sube el azúcar; Y la segunda opción es la de contestar. Sí, ya sé que estarás pensando que hay otra: callarte y seguir. Eso no es opción, porque te lo llevas dentro y terminas enfadándote. Más estrés, ni hablar. He pasado muchos años haciendo eso y caro lo pagué. Hoy me da por contestar.
Hace unos días tuve que ir de acompañante a una cura. Allí, con la enfermera, estuvimos charlando. Cuando supo de mi historia clínica por mi acompañante, y sin más betadine que mediase, me soltó lo típico.
- ¡Huuuuuuuuuuuuuuuy! ¿Trasplantada de páncreas?, ¡tú has debido hacer lo que te ha dado la gana toda la vida!
Cuando el que te acusa no tiene ni formación, ni cultura, ni asertividad te rebuznaría cosas peores como el "¿y ya no te dan ataques?", "¿y ahora ya no es contagiosa?", "no, si yo ya veía que hacías cosas raras"...
¿Te imaginas llegar a una fiesta y presentarte con un "hola, ya me trasplantaron y ya no contagio"? Manda huevos. Como digo siempre, para la diabetes hay medicamentos, pero para la estupidez, no. Se cura leyendo, entre otras cosas, y el que te lanza imbecilidades como ésas te apuesto algo a que no lee ni las indicaciones de uso de un condón.
Cuando nos juzgan con esa simpleza, y desde la acusación, hay que educarles. Es con la educación en diabetes con lo que todos nosotros hemos mejorado nuestra calidad de vida de forma radical; así que también será con la educación con lo que no tendremos que explicar por todos lados en qué consiste nuestra enfermedad cuando en muchos lugares del mundo está siendo una pandemia.
En las escuelas, en las asociaciones, en los grupos sociales que sean tendremos que informar sobre la diabetes para que sepan a qué riesgo se están enfrentando. No somos sólo los que ya la sufrimos, sino todos los que hoy han olvidado los estilos de vida saludables, relacionados con la actividad física, con la alimentación sana, ésa que hacían las madres de antes y que hemos de volver a hacer las madres de ahora o las del futuro. Por otro lado tendremos que exigir a los que dicen representar la sanidad que no generalicen, porque generalizando matan.
Que sí, que matan. Si el 50% de los diabéticos, según la señora ésta, hacen lo que les da la gana, son culpables de su empeoramiento. Y si hacen lo que les da la gana no precisan medidores de glucemia, ni gasto en tiras. Y de golpe nos vemos con otra restricción de recursos económicos para nosotros.
Pero nadie pone en tela de juicio (salvo algunas mentes privilegiadas como la del Dr. Relimpio) el porqué se ha cambiado del uso de antidiabéticos orales habituales a otros más caros y más nuevos. Según datos, sólo en Andalucía, y por esta razón, se eleva el gasto sanitario de un millón y pico de euros a novecientos millones. Habrá que pedir explicaciones a alguien del porqué del cambio, y si el cambio de lo conocido a lo nuevo supone un beneficio equivalente en morbilidad.
En fin, que cuando nos vuelvan a soltar una estupidez como esta
- ¡Huuuuuuuuuuuuuuuy! ¿Trasplantada de páncreas?, ¡tú has debido hacer lo que te ha dado la gana toda la vida!
mejor contestaremos.
- Pues sí, es verdad, como usted.
Beatriz González Villegas.