miércoles, 20 de febrero de 2013
Mariló Montero y el apoyo de Iker Jiménez tiene lo que tiene, que la prensa se llene de majaderías usando los trasplantes como trasfondo de otros asuntos que poco tienen que ver con la ciencia.
Ya sabemos la incultura respecto a las donaciones de órganos que tienen en Estados Unidos, donde el cine se eleva a dogma; pero que la cosa tenga repercusión es lo que fastidia. Los protagonistas: una joven Erin Roberts, y un fornido hombretón cuyo apellido es Rabinowitz.
Es normal que cualquier mujer se interese por alguien Rabi...nowitz. No hacen falta razones intracelulares para explicarlo. Pero no, el hecho tiene mandanga, y como estamos peliculeros, entramos en un próximo guión de "teleflin" de media tarde, de esos somnolientos que uno ve entre cabezadas.
Rabi (desde ahora le llamaremos así porque ya es de la familia) decide conocer a quien le ha regalado la vida, en forma de corazón trasplantado. Y estas cosas aquí están del todo prohibidas porque dan problemas. Si no, que pregunten a la Coordinación de Trasplantes de Sevilla y Huelva, cuando la familia de un donante se enteró en quién había ido a parar el riñón de su ser querido, y a uno de los miembros del clan no se le ocurrió otra cosa que llamar al receptor cada día para preguntarle qué tal estaba, si cuidaba bien del riñón de su tal, que era sangre de su sangre, y así hasta el infinito y más allá que se llevó el tema. La cosa terminó con una orden de alejamiento para que ambas partes pudieran vivir en paz.
Han hecho falta una cultura de donación seria y una labor desde la Coordinación de Trasplantes igual de contundente durante muchos años para adquirir la calidad trasplantadora que aquí se disfruta (y una sanidad pública que permitiese unas listas de espera transparentes, y más y más).
¿Por dónde íbamos? ¡ah, sí! Rabi fue a buscar a sus salvadores. Chico se presenta en casa de donante. Aparece ante la hermana de donante, con sonrisa esmaltada de príncipe azul. Chica cae de
¿Qué necesitadita está la prensa hoy de noticias! Tanta comunicación pululando en papel, en sonido, en imagen, y ahora en la nube, hace que haya una voracidad tremenda "noticieril"; y como no hay para tanto, sacamos punta a cualquier cosilla de nada, como ésta que yo misma recuento.
Lo bonito: el agradecimiento del receptor ante quien le salvó. La parafernalia: la que han liado los cuentistas dando paso al morbo y todo esto. Porque, si él conserva el corazón del hermano de ella, ¿cuando se acuesten, será incesto? Sea lo que sea importa poco. Ellos son felices y comerán perdices. Ahora, ya fotografiados, mandarán a la prensa de paseo, o querrán sacar para inmunosupresores vendiendo exclusivas cuando tengan niños, porque allí no vale que te los subvencione el Estado, no. Ni con Obama coló. O tienes seguro, o vendes exclusivas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Beatriz González Villegas.
http://atp-pancreas.blogspot.com.es/2013/02/el-cuento-de-la-memoria-celular-para.html