viernes, 12 de abril de 2013
Las personas con diabetes tipo 2 se implican en su enfermedad cuando tienen conocimientos.
Ni todos los diabéticos tipo 2 son iguales. Hoy la imagen que de daba era la de unos gordos irresponsables, como han aparecido en fotos desde distintas asociaciones. No son, ni somos, unos descerebrados a los que les importe un comino su estado de salud, pero defenderlo puede significar algo que ya oí de boca de representantes políticos sin escrúpulos de distintos partidos: si nos importa nuestra vida un pito, y "hacéis lo que os da la gana", ¿para qué invertir recursos en vosotros?. Y ahí está el meollo. "Primero dejamos en prensa lo cafres que son, que ya iremos después quitando prestaciones". Sí, eso es lo que piensan muchos de los que le tienen un apego increíble a su silla de poder. El colmo es que encima vayamos las asociaciones a señalar a un grupo de nosotros, para ponernos medallitas por lo bien que estamos los del otro grupo. Pero, ¿qué grupos de diabéticos hay? Tipo 2 y tipo 1, es un resumen demasiado simplista. Para muchos miembros de las directivas de asociaciones de diabéticos están "los que nos cuidamos", y "los que no". Y qué listos somos los que nos cuidamos.
Deberíamos pararnos un momento y analizar por qué unos sabemos cuidarnos, y por qué otros no. Convendría que viéramos de vez en cuando el programa de Canal Sur La Báscula, para que seamos conscientes los que tanto sabemos de la poca educación nutricional que hoy se tiene. En la calle no se sabe cuantificar los hidratos de carbono de un filete de pollo: "¡cero, leches, cero, salvo que lo empanemos!". Y "empanaos" andan muchos, porque no nacemos sabiendo.
Esta misma tarde lo hemos estado hablando Mari Carmen Lapeira, presidenta de la Asociación de Personas con Diabetes Los Molinos, y yo. Lo fundamental es la educación diabetológica. Es por eso por lo que hoy ella ha estado cerrando el calendario de actividades de su asociación con talleres, con cursos y con actividades lúdicas donde todos aprendemos; Y aprendemos de nosotros mismos, y, lo más importante, de los profesionales que vienen a educarnos.
Los diabéticos tipo 2, que encima la mayoría tiene más de 50 años, no reciben de forma sistemática educación diabetológica, como sí la recibimos los tipo 1, los de la diabetes "juvenil". Me contaba hoy Mari Carmen que a veces se establece una batalla entre pacientes para dilucidar cuál de todos tiene una "diabetes más mala", cuando la única diferencia que hay es qué conocimientos tenemos, hasta dónde queremos llevarlos a la práctica, y durante cuánto tiempo, porque no hay tratamiento que no te defraude, que no te desespere, y más con una enfermedad crónica como pueda ser la nuestra.
Las dos, Mari Carmen y yo, estamos de acuerdo en todo esto, y hay más: no podemos criminalizar a los pacientes que no siguen su dieta de modo continuo, porque el primer síntoma que tenemos cuando se nos sube el azúcar es el hambre. Nosotros tenemos que luchar contra una impulso, una necesidad, que si la cubrimos, nos suicidamos poco a poco. Si a ese síntoma le sumamos la ansiedad, el hambre es un acompañante perenne contra el que luchar. ¿Cómo podríamos culpabilizar a alguien que padeciera una enfermedad en la que el principal síntoma fuese abrirse las venas? Tendría que tratarse una y otra vez en los Centros de Salud con cirugía ambulatoria, y poco más. ¿Os acordáis de aquel chimpancé con la pulsión en una de sus manos de dar golpes, y al que sus compañeras no se le acercaban?, ¿os acordáis de su sufrimiento?
No; en Alcalá no estamos dispuestas a criminalizar a nadie, y menos como trampolín para que mañana nos dejen sin glucómetros o sin tiras para autoanálisis, que por ahí van los tiros.
Beatriz González Villegas.