Qué bonita es la falsa solidaridad cuando hablamos de diabetes. Bonita, porque si eres crédulo, y estando como estamos, previos a Navidad, se agradece todo esto del amor al prójimo. Pero, no seamos bobos. Los que van de amar al prójimo como a sí mismos, si son empresarios, sólo están para la foto, porque el corazón lo tienen bajo la cartera, ésa que guardan con cuidado en el bolsillo interior de la chaqueta.
Acabo de leer que "Dinamarca llega a Perú para manifestar su interés y cooperación en la lucha contra la diabetes". ¿Interés? Sí; eso seguro. ¿Cooperación? Juzga tú mismo. Novo Nord.isk no va a Perú a ir "Cambiando la diabetes", sino a cambiar al alza las cuentas de su "empresa". Será que les parecerán pocas las ganancias que disfrutan en nuestra pequeña aldea global tan dulce. Al menos la prensa ha sido honesta, admitiendo que llegan con "el objetivo de llamar la atención de la empresa privada".
Pero sigamos con los que se les "abren las carnes" cuando uno de nosotros, diabéticos, morimos: de nuevo, en este puente de la Constitución española, se vuelve a hablar de la linagliptina, y de todo su poder curativo. Normal que salga en la sección de Economía, negocios y finanzas del diario La información. Según dice aquí, el descubrimiento de la linagliptina lo ha hecho el matrimonio Boehringer Ingelheim y Lill, y es una maravilla de la ciencia. De la Ciencia Oculta, porque lo que no dicen es que, tal y como cuentan en Review of the ‘Gliptin’ Diabetes Drugs, y que traducen en saludyfarmacos.org, las nuevas gliptinas ("sitagliptina" -no "sita Carapápel"-, saxagliptina, y "linagliptiina") se deberían evitar, "debido a la ausencia de evidencias convincentes de que reduzcan el riesgo de infarto e ictus y porque se asocian con problemas de seguridad significativos". Ojo, no tengo ni idea de gliptinas y sólo cuento lo que cuentan los que saben.
En diciembre del año pasado, la FDA no había "solicitado una Guía de Medicación para linagliptina". Imaginamos que ya estará más que vista, pero, no nos engañemos, como dicen en los pueblos "nadie vende duros a pesetas", y estas novedades costarán mucho a nuestros pobres bolsillos (en Veracruz y en todo el mundo) si nos hacemos caso de sus virtudes, y no de sus defectos. Con o sin riesgo a sufrir una pancreatitis, sumemos el coste del uso de la metformina, como antidiabético oral, al de estos nuevos productos, y veremos si en lugar de encarecer nuestra supervivencia, la abaratamos, vía d.e.p. Total, un ictus u otro tipo de infarto es un final previsible para nosotros. Sólo seríamos cifras en una estadística.
Que a nadie le extrañe la unión tan sutil que hay entre depresión y diabetes. Teniendo en cuenta todo esto de la falsa solidaridad, es como para vivir estresados. El dr. Norbert Schmitz, nos ha hablado en serio de la depresión siendo lo que somos. Según Schmitz (que de ser de Villaverde de la Cuerna se llamaría "Norberto García", o "Bertín" para los amigos), "hay que ampliar las opciones terapéuticas para estos pacientes", los diabéticos, nosotros; O dicho por otro doctor, esta vez el psiquiatra Roger McIntyre, profesor de psiquiatría y farmacología de la Universidad de Toronto, "los diabéticos deberían recibir tratamiento temprano con terapia para la depresión".
Volvemos a lo mismo: para tratar la depresión, por muy buenas que sean las ventajas del tratamiento integral, hay que tener dinero sobre la mesa. En los centros hospitalarios de nuestro país, la plantilla de psicólogos es mínima. Sin embargo se financian a asociaciones de pacientes, federaciones, y hasta fundaciones, para que ofrezcan tratamientos psicológicos a pacientes con diferentes enfermedades crónicas. Con dinero público se pagan a estos profesionales. Dinero que entra en las asociaciones (entidades pri-va-das, y sin ánimo de lucro) en forma de subvención. Y mi duda es la de siempre, más teniendo en cuenta cómo se contratan a esos profesionales: ¿por qué no se destina el dinero subvencionado de los psicólogos, a los centros hospitalarios, o de salud, en lugar de mandarlo a la "privada" vestida de asociacionismo, y los disfrutamos todos?, ¿no habría criterios de contratación más profesionales en la bolsa de empleo de cada Consejería de Salud?, ¿no se dejaría de contratar a psicólogos hermanos, hijos, parientes o amigos de las distintas juntas directivas de cada una de esas entidades privadas?
Luego, cuando se hable de corrupción, todos se echarán las manos a la cabeza y señalarán con el dedo a los políticos. Por todo lo que llevo visto y vivido, hay corrupción hasta en la sopa. Habrá que contar quiénes, cómo y porqué.
Beatriz González Villegas.
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