Cuentan que ha habido un congreso: el World Diabetes Congress, o Congreso Mundial de Diabetes. En Melbourne, y entre canguros, le han dado a la sinhueso sesudos sabihondos de la enfermedad para, como no podía ser de otra forma, acabar llamándonos imbéciles a los pacientes. ¿O no?
Rastreando noticias, volvemos a leer sobre lo caros que salimos; y como en los mapas del cielo el sol siempre es amarillo, y de un lado a otro del mapa es sólo cuestión mirar, vamos a México, donde se dice que el diez por ciento de todo lo que se gasta el Instituto Mexicano del Seguro Social va destinado a la diabetes. A este paso, acabaremos como los judíos en Mauthausen: delatados por los vecinos por ser lo que somos (y hasta nos colgarán circulitos azules, en lugar de estrellas de seis puntas, por gastar el dinero del contribuyente, ¡ay, qué dolor de él!).
Vale; lo del gasto no es nuevo. Anda que no vienen cargando sobre el temita años y años. Que si mejor prevenir que curar (hombre, viendo a cuánto salimos ingresados por cada dedo amputado, está claro que la prevención ahorra); que si cuanto antes se diagnostique, mejor; que si vamos demasiadas veces al año al médico, y lo hacemos por tonterías, retrasando las citas de los que, con urgencia ineludible, han de quitarse un grano en las nalgas,... y así hasta llenar horas de tecleo.
Con nuestra enfermedad ocurre lo mismo que con las campañas de tráfico, cuando se hace una se procuran anuncios que conmuevan, que parezcan sentidos, que qué dolor y qué pena perder una magdalena, cuando la razón de tanto vello de punta es una sola: la económica. Cada vez que se nos va alguien en carretera tienes que si una pensión para la pobre mujer, y los pobres hijos, que si un nuevo trabajador que se pilla una incapacidad y deja de ser productivo; que si de sano no se necesita equipamiento médico para vivir, y mucho más. No estoy ofendiendo a nadie, ni es mi intención. Sé bien lo que es que el asfalto se lleve a quien más amas. Hablo sólo de lo que les interesa a los que, con un poco de lágrima, quieren hacernos creer otras cosas diferentes a como son.
Del congreso australiano se nos cuentan en prensa algunas sandeces como que al 75% de nosotros no nos preocupa tener complicaciones en un futuro, y nos pensamos que nunca nos llegarán, que ni la mitad cambiamos nuestro estilo de vida, porque no nos da la gana, vamos, o que nuestros médicos no confían ni un poco en que seamos capaces de controlar nuestras glucemias; Esto es canasta de tres puntos de final de partido.
Novartis debe flipar en colores si piensa que nos vamos a tragar esto de que "se ha comprometido a trabajar con expertos de todo el mundo para entender cómo hacer frente a la creciente carga de la diabetes tipo 2 y mejorar el cuidado de los pacientes." ¿Cómo esperará hacerlo, si somos unos incapaces?*
EE.UU., Reino Unido, España, la India, Japón y Brasil dicen que son los países que han colaborado en el estudio en el que se basa el ‘Time 2 Do More in Diabetes’, y es por eso por lo que me puedo tomar todo esto a broma. En donde vivo, en Andalucía, tenemos muchos Planes Integrales, que aunque algunos digan que sólo sirven para limpiarse donde tenía el de urgencias el grano, no es verdad.
Como contaba Carlos Ortega en Córdoba no hace mucho, los tres pilares fundamentales del Plan Integral de Diabetes de Andalucía (Pidma) son "prevenir la aparición de nuevos casos de diabetes, detectar la enfermedad en pacientes de alto riesgo y mejorar la calidad de vida de los que están diagnosticados para reducir o eliminar los efectos negativos de la patología". Suena de lujo. Cualquier papel aguantaría palabras así. Pero, aquí, el papel está llevándose a la práctica con varios instrumentos interesantes:
1.- el apoyo de los pacientes metidos en asociaciones, que se ofrecen a testear a quien lo desee sobre su glucemia (es decir, que hacen mediciones de azúcar en sangre). ¿Coste oficial? Cero. Las tiras y las máquinas las ofertan los laboratorios como Roche. El único coste real es el tiempo que los voluntarios le dedican. En hospitales como Valme, de Sevilla, las asociaciones que hay son de pueblo, y en los pueblos no tenemos tanta masa social como para recibir subvención alguna. Así que el contribuyente se queda más feliz que unas pascuas.
2.- la educación para la diabetes. Desde la Escuela de Pacientes de Granada, a la de nuestro hospital de referencia, y pasando por los talleres que se imparte de modo gratuito por enfermeros, psicólogos, o especialistas. ¿Coste oficial? Ni idea. Beneficio, muchísimo.
3.- acercamiento de los médicos y los pacientes. Ya no vemos a endocrinos paternalistas que nos culpan y "bronquean" por no llegar a una hemoglobina glicosilada de siete. Ya no somos un número de un expediente. Se nos escucha, se nos da la mano cuando estamos ingresados y muertos de miedo, sin temor a que la peste "pacientil" les traspase. Esa confianza hace que aumente al adherencia al tratamiento y que se vayan rompiendo (poquito a poco) barreras levantadas a golpe de cátedra.
¿Cómo quieren los marisabidillas que tengamos la glucemia en donde deberíamos tenerla si no tenemos ni idea de lo que contiene azúcar, qué son los hidratos de carbono, o si podemos contagiar a alguien nuestro dulzor? Que no, que hay que educarse para vivir, y eso no lo dan los bolis de insulina de Novo, ni ningún otro. Que necesitamos controlarnos de alguna manera la glucemia, porque aún no llegamos a detectar subidas o bajadas mirando un moco que nos saquemos de la nariz. Esto, al menos a día de hoy. Y como no lo podemos hacer sin gastar tiras hasta aprender, controlar, y estabilizarnos, las necesitamos. Y, en cada uno de los países consultados, las tiras no cuestan lo mismo, ni todos tenemos la misma opción a usarlas. Será por ahí por donde los laboratorios quieren "ayudar".
Para finalizar, y sobre los cambios de estilo de vida, vuelvo al anuncio de la DGT. Termina diciendo "Todos sabemos cómo evitar un accidente. ¿Por qué no lo hacemos?". Igual con la diabetes. Todos sabemos, con la educación diabetológica que nos dan, cómo evitar las complicaciones hoy. Si no se hace, ¿no será que la diabetes se enfrenta, además de a un cambio conductual, a uno de sus síntomas, el hambre?
Imagen 1: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho1qlphAU10y_IoLuog7jaT0M34LZRj7uGm-huC9LTAq1o2qbI7Q6I2QnmFAqagRf-j9L4D0RsDOpXLGMP6QdTpunHbi7kDrLpR1yCYrpReALM9Zsl_Omtu8vJo6689ZOQD7qI9fu82sTp/s640/conspiranoia.jpg
Imagen 2: http://josufeijoo.com/images/josu_feijoo1_en_la_cima_del_everest.jpg
*No sé qué me da a la nariz que estos de Novartis acabarán bloqueandome las cuentas de twitter, FB, el blog, y hasta el aire que respiro. Si como dice mi suegra, estoy mejor calladita.
Beatriz González Villegas.