D. José Pérez Bernal presentó la Mesa Redonda Testimonios y vivencias de donantes y trasplantados en Carmona.
Imagen interior de la Capilla de San Francisco de Carmona. |
El pasado jueves, 3 de mayo,
D. José Pérez Bernal rodeado de trasplantados: Pedro Adame, Ana María Castillo, Curro González Ayala, y otros compañeros del Grupo de Trasplantados Marchena y Paradas. |
De izquierda a derecha: Manuel Muñoz, donante, Ana María Muñoz Raya, Mari Gracia, donante, junto a María Luisa García Osuna, D. José Pérez Bernal, y Pedro Adame Villadiego. |
Antes de la Mesa Redonda se celebraron los oficios, y en ellos se presentaron los cirios con los que procesionarán este años los pasos: Solidaridad y Vida. Dos Cirios, dos palabras, que iluminarán la Semana Santa de Carmona con la luz de los donantes de órganos.
Aquí nos muestran los cirios que llevarán en ambos pasos, este año, como ejemplo de esta Hermandad de lo que en ellos se lee: Solidaridad y Vida. |
Luchar por dignificar la figura del donante en nuestra Andalucía, mostrando a todos que gracias a ellos muchos van a seguir viviendo, es algo asumido para los que asistieron a este acto a contar su historia. Donantes, trasplantados, y, por supuesto, el que sigue ahí al pie del cañón tirando muros de desconfianza, D. José Pérez Bernal, forman un equipo necesario que hay que resaltar. Y en estas fechas los veremos en muchas iglesias, en muchas Hermandades, trabajando por defender la vida.
Según cuentan los que analizan los porqués, en muchos lugares del mundo el arraigo a la religión mal entendida hace a algunas personas negar las donaciones de órganos, incluso de sangre. En la única provincia donde se trabaja mano a mano religión y donación es en Sevilla. D. José Pérez Bernal, desde su trabajo en UCI antes que en Coordinación de Trasplantes, viendo cómo personas que pasaban por su Unidad no podían sobrevivir porque faltaba lo imprescindible, la solidaridad del que da un órgano al fallecer y salva a otro, supo muy bien de qué forma actuar en nuestra tierra. Sevilla tiene un color especial, como dice la canción, pero sobre todo lo que tiene es una identidad que además desarrolla sin complejos delante del resto del mundo, exportando sus tradiciones: sus ferias, su arte, su Rocío o su Semana Santa y hasta su manera de comer, cervecita en mano y tapita en boca. Sólo hablandole a un sevillano en su idioma, y desde esas tradiciones, se podían cambiar las cosas; y eso es lo que lleva haciendo la Coordinación Sectorial de Trasplantes desde hace ya muchos años, desde D. José.
D. José es cofrade y sabe hablar en este lenguaje a cada hermano. El vocabulario cofrade, como nos recuerda muchas veces, está lleno de sentimientos que donantes y receptores conocemos bien: esperanza o angustia, Pasión o dolores, y tantos más. Y su discurso cala. También es aficionado al futbol, y sevillista o bético que a él se acercan acaban haciendose también donantes. Y es sólo por esto por lo que aquí las cifras no bajan.
Nuestra Coordinación y su equipo, el de bata dentro del hospital, y el de calle, sin fonendos, consiguen que las cosas cambien a mejor. Y dentro de este equipo hay personas como estos trasplantados que están ahí cuando se les llama, cuando se les necesita. Si cada uno que nos trasplantamos y salvamos nuestra vida hiciéramos esto, el seguir en la brecha por los que vienen, y por nosotros mismos, que tanto debemos, también se mejorarían esas cifras dichosas. Pero no todos le echan lo que hay que echarle, y en lugar de pasar frío un jueves prefieren quedarse en el anonimato, calentitos, en sus casas. El planteamiento es muy simple: si por cada uno de nosotros, de los trasplantados, consiguiéramos convencer a alguien para que en un futuro muy lejano, tras fallecer, fuese donante creceríamos de 7 a 9 contra uno. Sí, porque por cada donante se salvan esas siete o más vidas.
Siempre defenderé la libertad individual, pero los que no trabajamos esta labor, o no podemos hacerlo, deberíamos tener presente que todos los que aquí aparecen están mejor en la mesa camilla de sus saloncitos, y sin embargo aquí les vemos: por el resto, por el que espera. Les debemos mucho. Y un "gracias" es lo menos que se despacha.
Beatriz González Villegas