Encontrar a la Dra. Blanca Ramos en el hospital siempre me resultó difícil, y es que no la he visto, en estos años que llevo enganchada al Carlos Haya, ni una vez sentada. Si estás atento, a lo mejor te la cruzas en los pasillos de la planta tercera de Nefro pasar como una bala (porque mira que camina rápido nuestra querida doctora).
Hoy he vuelto de allí. De Málaga. He entontrado una noticia en la web del hospital, que la han modificado, y no me he podido resistir emocionarme. Se trata de una carta de agradecimiento de la familia B.F. a dos unidades, y a la Dra. Blanca. Conozco muy bien las dos Unidades de Gestión Clínica: la de Nefro y la de Cuidados Intensivos y Urgencias. En las dos siempre me he sentido muy muy bien atendida, y como en mi casa, salvando los kilometros de distancia y el mobiliario. Allí "mi familia" va de uniforme, o en bata, pero te hacen sentir dentro, parte del Hospital, y que importas.
Cuando conseguí salir de alta tras el trasplante de páncreas-riñón, cada vez que podía subía a la tercera, a ver a mi equipo: a mis enfermeros de trasplante, a los de Agudos, a los de Planta, a Encarni, la limpiadora, a Lola Rasero, a la que le tengo un enorme cariño por lo que pasamos juntas en las plasmaféresis, a Aída, a Pablo, a Ramón, a Antonio..., y a nuestros nefrólogos; en fin, a todos. Un par de veces les subí una bandejita de cualquier cosa como excusa para celebrar que conseguí sobrevivir; pero me costó mucho ir a dar las gracias a UCI. Si hay unos Cuidados Intensivos donde no me queda mal sabor de boca por lo que viví (por lo que conviví) éso es la UCI de Málaga. De aquellos quince días apenas recuerdo caras. La de D. Miguel Lebrón sí, nunca le podré agradecer suficientemente lo que luchó por mi vida, como por la vida de cada paciente que entraba en UCI. Pero sí recuerdo sus voces. La que más, la de Mari Ángeles, con sus ánimos bajito, casi en un susurro: "Beatriz, ya has salido, y estás con nosotros en cuidados intensivos. Estás mucho mejor. Ya verás...".
El día que cogí impulso y fuerzas, y me animé a dales las gracias por lo mucho que les debo, me dejaron pasar hasta el pasillo. Tuve suerte, porque salió Mari Ángeles. Y al oírla me emocioné tanto que sin querer me puse a llorar, como me temía. No puede abrazarla, porque ella iba de verde. Sólo darle las gracias de corazón desde lejos. Muchos buenos deseos y mucho corazón. No tanto como el que este personal gasta. Porque son especiales. No me extraña que digan que sufren desgaste emocional. Nos regalan emociones y sentimientos en los peores momentos de nuestra vida. Dar tanto debe desgastar. Esperemos que la situación mejore en nuestro país y que estos profesionales, todos los del Carlos Haya, no se cansen de dar tanto tan presionados como están. Al menos que les quede nuestro agradecimiento.
Beatriz González Villegas.
Hoy he vuelto de allí. De Málaga. He entontrado una noticia en la web del hospital, que la han modificado, y no me he podido resistir emocionarme. Se trata de una carta de agradecimiento de la familia B.F. a dos unidades, y a la Dra. Blanca. Conozco muy bien las dos Unidades de Gestión Clínica: la de Nefro y la de Cuidados Intensivos y Urgencias. En las dos siempre me he sentido muy muy bien atendida, y como en mi casa, salvando los kilometros de distancia y el mobiliario. Allí "mi familia" va de uniforme, o en bata, pero te hacen sentir dentro, parte del Hospital, y que importas.
Cuando conseguí salir de alta tras el trasplante de páncreas-riñón, cada vez que podía subía a la tercera, a ver a mi equipo: a mis enfermeros de trasplante, a los de Agudos, a los de Planta, a Encarni, la limpiadora, a Lola Rasero, a la que le tengo un enorme cariño por lo que pasamos juntas en las plasmaféresis, a Aída, a Pablo, a Ramón, a Antonio..., y a nuestros nefrólogos; en fin, a todos. Un par de veces les subí una bandejita de cualquier cosa como excusa para celebrar que conseguí sobrevivir; pero me costó mucho ir a dar las gracias a UCI. Si hay unos Cuidados Intensivos donde no me queda mal sabor de boca por lo que viví (por lo que conviví) éso es la UCI de Málaga. De aquellos quince días apenas recuerdo caras. La de D. Miguel Lebrón sí, nunca le podré agradecer suficientemente lo que luchó por mi vida, como por la vida de cada paciente que entraba en UCI. Pero sí recuerdo sus voces. La que más, la de Mari Ángeles, con sus ánimos bajito, casi en un susurro: "Beatriz, ya has salido, y estás con nosotros en cuidados intensivos. Estás mucho mejor. Ya verás...".
El día que cogí impulso y fuerzas, y me animé a dales las gracias por lo mucho que les debo, me dejaron pasar hasta el pasillo. Tuve suerte, porque salió Mari Ángeles. Y al oírla me emocioné tanto que sin querer me puse a llorar, como me temía. No puede abrazarla, porque ella iba de verde. Sólo darle las gracias de corazón desde lejos. Muchos buenos deseos y mucho corazón. No tanto como el que este personal gasta. Porque son especiales. No me extraña que digan que sufren desgaste emocional. Nos regalan emociones y sentimientos en los peores momentos de nuestra vida. Dar tanto debe desgastar. Esperemos que la situación mejore en nuestro país y que estos profesionales, todos los del Carlos Haya, no se cansen de dar tanto tan presionados como están. Al menos que les quede nuestro agradecimiento.
Beatriz González Villegas.
SUR, 6/2/2011
La familia B.F. quiere agradecer al Hospital Regional Carlos Haya y en especial al equipo del Servicio de Nefrología, en concreto a la doctora Blanca Ramos y al equipo de profesionales de esa planta que gracias a ellos y a su rápida intervención, mi esposo ha salido de una parada cardiorrespiratoria recuperado, sin ninguna secuela. También, cómo no, al equipo de la UCI y demás profesionales que actuaron con efectividad y rapidez. Muchas gracias. M.G.
http://www.carloshaya.net/Comunicación/NosAgradecen.aspx
Foto (c) Beatriz Mera González.