jueves, 22 de marzo de 2012

El peligro de la bata contaminada.


Ya nadie se pelea por la nueva Ley Antitabaco, ésa que se puso en práctica a principios de enero de este año y que prohibía fumar no sólo en lugares públicos, sino también en las inmediaciones de hospitales aun siendo al aire libre. El que quiera fumar en un hospital, sea un trabajador o un paciente, ha de salir de los muros de los jardines del Centro, y se acabó. El cambio se ha aceptado a pesar de los desacuerdos de los nicotizados. Por eso ya no llama la atención los montones de colillas que se acumulan tras las verjas hospitalarias, ni ver a algún paciente, con pijama incluido, echándose su caladita al otro lado, y menos aún ver a los de las batas y pijamas verdes en esas lides pasando frío o calor, según sea el tiempo.

La primera reunión que tuvimos tras la implantación de la ley las asociaciones de trasplantados y los gerentes del Virgen del Rocío, algunos de los presentes, antes de comenzar, comentaban la imagen, "bochornosa" para algunos, de esos profesionales sanitarios (a los que tanto debemos y con los que pasamos tanto tiempo en consultas) con sus batas identificativas ahí, dándole al vicio del fumoteo, sin rubor. Qué malo es el tabaco, ay madre mía. Y se destapó la liebre de la bata fuera del recinto hospitalario. Y, claro, cotillas como somos los humanos por naturaleza, ya se fue un paso más allá: que si hay que fumar, que sea dejando las batas dentro; que si el ejemplo, que si no sé qué; y lo peor, que con esas batas luego entraban para continuar trabajando. -"Pero, yo les he visto también en las cafeterías de fuera, incluso con el uniforme de quirófano"- decía uno; y otro que "también en la frutería, hombre, y eso no puede ser". Eran los propios gerentes los más indignados que, con toda confianza, compartían sus temores con los demás, y los ex-fumadores trasplantados, que bien saben de las penurias del mono de humo, incluso eran más intransigentes que los que no echamos de menos ni el viejo Ducados de la facultad.

De acuerdo, la bata hay que quitársela. Pero estas cosas han de hacerse con prudencia y poco a poco, mire usted; porque, seamos honestos, nuestros médicos y enfermeras salen con la bata y todos los avíos porque dentro desaparecen cosas. Y que no me digan que no, que este año celebré mi tercer año de trasplantada ingresada, y me robaron el perfume que me regalaron. Y, todo hay que decirlo, en mi armario no toca nadie, salvo que salga (y no a fumar), y otro paciente o familiar meta la mano y todos callen. ¡Que meta la mano un profesional, que verías lo rápido que el compañero & cia denunciaban!

Es verdad que existe contaminación fuera, que es peligrosa, y más cuando el que habla es alguien que padece una inmunodeficiencia farmacológica, vamos, un trasplantado. Pero, al menos es mi opinión tras quedarme sin regalo, si quieren que se desvistan para poder desayunar o fumarse un porrito o lo que sea, que se les den taquillas con llave inexpoliables. Si uno exige, el exigido exigirá. 

Hoy, en El Mundo, en un artículo dicen que el 65% de la ropa de enfermería y el 60% de las batas de los médicos albergaban patógenos. Pues habría que ver qué cifras se obtenían aquí, y no en Israel, donde se realizó el estudio. Lo cierto es que a nosotros, los trasplantados, lo que nos importa es evitar que en esos uniformes hayan bacterias resistentes a los antibióticos. Y esas abundan en otros lugares diferentes a los de las colillas.  

 

Beatriz González Villegas.

 

 

 

 

Un enemigo oculto en las batas de los hospitales

Imagen de una bata de médico. | Foto: Alberto CuellarImagen de una bata de médico. | Foto: Alberto Cuellar
  • Un estudio señala una alta incidencia de ropa contaminada por bacterias
  • Una mala higiene de manos podría ser la puerta de entrada de estos patógenos
Sirven para identificar al personal sanitario, pero cada vez son más los estudios que evidencian que los uniformes de médicos y enfermeras contienen más de una sorpresa en sus bolsillos. La última prueba de este riesgo invisible lo aporta una investigación publicada en la American Journal of Infection Control en la que se constata que más de un 60% de su ropa contiene bacterias potencialmente peligrosas.
"Con el aumento de los casos de enfermedades producidas por bacterias resistentes a los antibióticos, investigar el papel de los factores ambientales, incluida la ropa del personal, es importante para conocer la extensión de estas infecciones", explican los autores del estudio. Estos especialistas señalan que en los hospitales es frecuente el ingreso de ancianos, muchos de los cuales proceden de residencias para la tercera edad en donde se ha constatado una tasa significativa de colonización por bacterias resistentes a los antibióticos. Este tipo de microorganismos aumenta durante la hospitalización, por este motivo existen campañas para concienciar a los sanitarios de las medidas que deben tomar para no intercambiar batas o uniformes, ni llevarlos fuera del hospital.
Para conocer la presencia de la contaminación de los uniformes por estos patógenos, investigadores del Centro Médico Shaare Zedek, en Jerusalén (Israel), recogieron muestras de tres partes de los uniformes de 75 enfermeras y de 60 médicos, de los bolsillos, de la zona abdominal y de las mangas.
Tras el análisis de las muestras, los investigadores de este hospital de 550 camas encontraron que el 65% de la ropa de enfermería y el 60% de las batas de los médicos albergaban patógenos. De éstos, 21 cultivos de los trajes de enfermería y seis de los uniformes médicos contenían microorganismos multirresistentes a fármacos, incluidos ocho que estaban contaminados por la bacteria estafilococo resistente a meticilina (MRSA, según sus siglas en inglés). Aunque los uniformes por sí mismos no eran un riesgo directo para la transmisión de la enfermedad, estos resultados indican una prevalencia de las cepas resistentes a los antibióticos en un estrecho contacto con los pacientes ingresados.
"La alta incidencia de uniformes contaminados podría estar relacionada con una inadecuada higiene de manos, dado que los sitios analizados (zona abdominal, mangas, y bolsillos) se suelen manipular mucho con las manos", explican los autores del estudio.
"Es importante poner estos resultados en perspectiva", ha declarado Russell Olmsted, presidente de la Asociación de Profesionales en Epidemiología y Control de Infecciones. "Cualquier ropa que lleve una persona llegará a estar contaminada por microorganismos. La clave en la prevención de infecciones radica en un correcto lavado de manos para prevenir la movilidad de microbios desde estas superficies hacia los pacientes", señala este experto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de infección asociada al cuidado de los sanitarios en algunos países en vías de desarrollo es 20 veces mayor que la que se da en otros países desarrollados. No obstante, incluso en centros ubicados en el mundo rico se producen estos casos de contaminación, que pueden ser mortales, y requieren de un tratamiento caro. Prevenir este tipo de infecciones es la mejor estrategia para mejorar la seguridad del paciente.

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/08/31/noticias/1314808040.html